
En efecto, “garantizar el fomento de la igualdad de género”, por un lado, y “respetar los principios de igualdad, mérito y capacidad”, por otro, son criterios disyuntivos, es decir, o se cumple el uno o se cumple el otro. La única manera de que se cumplan los dos simultáneamente es que la casualidad así lo determine, es decir, que la mitad de los mejores candidatos sean hombres y la otra mitad mujeres. Por el contrario, si en atención al criterio de mérito y capacidad los mejores son todos hombres, me quiere alguien explicar cómo va a reequilibrar RENFE “el género subrepresentado”.
De acuerdo con una interpretación lógica y sistemática, los principios de igualdad, mérito y capacidad son previos al reequilibrio de género, de ahí que el anuncio diga “tras respetar los principios…”. Tras ellos, RENFE “reequilibraría al género subrepresentado” sólo si fuese posible, es decir, sólo si los candidatos seleccionados por mérito y capacidad fueran de distinto sexo (no género), y sólo si el número de los seleccionados por tal criterio fueran la mitad hombres y la mitad mujeres. Sin embargo, el lector ya se habrá dado cuenta de que en este caso (cuando la mitad de los elegidos fuera de un sexo y la mitad restante del otro) no sería necesario dicho reequilibrio, ya que habrían quedado automáticamente equilibrados por su propio mérito y capacidad.
O sea, una paradoja (de género) de la misma magnitud que la ineptitud socialista.
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