08 julio 2005

DOS ATENTADOS IGUALES, DOS REACCIONES DISTINTAS. Política

La guerra de Irak fue patrocinada por el cuarteto de las Azores: Bush, Blair y Aznar, ya que Durao Barroso se limitó a poner el mantel. Al primero de ellos, los americanos le confirmaron su apoyo (a pesar de los deseos confesos de la SER y El País a favor de Kerry) en el mayor respaldo electoral que un presidente de Estados Unidos ha recibido en la historia. A Blair, los ingleses le dieron un voto de gracia, quizás el último, aunque más adelante se han dado cuenta de su gran importancia y la buena mano que tiene el líder del Labour Party, especialmente en lo que le toca al Reino Unido en los próximos meses de presidencia en la Unión Europea. En cambio, a Aznar se lo cargaron la SER y El País en un tiempo record de tres días, aprovechando la sensibilidad popular tras los atentados del 11-M. El “pásalo” produjo que las manifestaciones a lo largo de la geografía española acusasen al PP de asesinos, intentasen lincharlos (pregúntese a Piqué y a Rato en Barcelona; siempre Barcelona, qué cosa), se sitiara y apedreara sus sedes en la mismísima jornada de reflexión electoral y se les imputase a autoría del crimen.

A los que nos pareció francamente injusta esta operación de descrédito, seguimos opinando que lo mejor es que Rajoy hubiera vivido hoy en la Moncloa y que ZP estuviera viviendo en su casita, lo mismo que De la Vogue, Trujillo, Calvo, Moratinos, y así hasta 18 ministros/as. Lo del presidente por accidente lo puede entender cualquiera.

El matiz que separa la tragedia de ayer en Londres y la del 11-M en Madrid, el pequeño matiz que las separa, es que los ingleses no se han lanzado a la calle para culpar a Blair del atentado; que nadie le ha llamado asesino; que ningún líder tory se ha encargado de “pasar” consignas para eliminar en un fin de semana la legitimidad del actual Prime Minister; que no se han hecho ruedas de prensa exprés para establecer una relación causa-efecto entre tener las tropas en Irak y el crimen de ayer; y que ahora más que nunca todos los británicos han hecho una gran piña patriótica (cosa que en España es y sería impensable) para unirse, siquiera moralmente, contra el terrorismo.

Aquí no, aquí la culpa de todo era de Aznar, y una vez que la SER, El País y su títere (a saber: el PSOE) ya no pueden criticar del ex presidente poco más que sus artículos de la revista de la FAES, ¿a quién mejor que criticar que a Rajoy, miembro del ilustre cuerpo de Registradores de la propiedad, mercantiles y de bienes muebles de España?

La democracia, o mejor, la cultura democrática de algunos países es realmente envidiable, aunque sea en situaciones como la que les toca vivir estos días a los ingleses. En estos casos se demuestra tristemente que en España seguimos siendo un país de paletos, un rebaño de borregos cuya única referencia son las soflamas progres de los gabilondos y los polancos. Un país que, en circunstancias como estas, preferimos siempre dar una apariencia de progresismo de balconcillo antes que intentar unirnos contra un cáncer que nos afecta a todos.

En España rige eso de que "no impidas que un atentado pueda darte un buen puñado de votos" (Rubalcaba dixit).

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