
La selección española de fútbol, lo mismo que cualquier otra, es, o debería ser, un grupo de intereses honestos, un colectivo unido para la consecución de un fin: ganar el mundial, la eurocopa, o la competición que se trate. A este grupo sólo deben pertenecer los que quieran pertenecer a él, nadie más. Quien por cualquier circunstancia no desee incorporarse a la selección, que no se incorpore. Que se quede en su casa. Búsquese a otro. Los expertos en “empresa”, saben muy bien que más vale perder un efectivo que mantenerlo a desgana. Más vale trabajar solo que con un socio desleal.
El hecho de que intervenga en el asunto el “catalanismo” no debe confundirnos. Ya sea el catalanismo, el vasquismo, o el ateísmo, nadie debería ser constreñido a llevar a cabo una misión en la que no crea con todas sus consecuencias. Oleguer tiene todo su “derecho a objetar” y los demás tenemos el deber de aceptárselo. De esta forma, ni él lesiona su conciencia política, ni perjudica al resto. Más aún, tal y como se ha planteado el tema, lo mejor sería que el defensa catalán no compareciese en la selección, porque sólo recaerían sobre él las sospechas y las suspicacias.
Así que, Oleguer: sigue pensando lo que piensas, vota a quien quieras, y juega donde quieras, pero nunca utilices a la selección española para ningún fin que no sea defender hasta el final los colores que representa la camiseta roja y el pantalón azúl.
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