02 enero 2006

COÑAZO ANTITABAQUISTA. Sociedad

¿Hay cosa más coñaza que llevar escuchando hace 2 semanas la cantinela constante de la nueva ley antitabaco? Ya no puedo más. La gente está obsesionada, ni que fueran a prohibir beber agua. Qué aburrimiento, qué coñazo. Que si se puede fumar en tal sitio y no en otro, que si los bares, que si la angustia de los adictos, que si la libertad, y tal y tal.

Especialmente pesados están siendo los de las noticias de Tele 5, que le dedican a diario 10 minutos de reloj al tema. Reportajes, testimonios, ex fumadores arrepentidos, multas, penas, la cárcel (lo digo porque los recintos penitenciarios también aparecen contemplados en la ley), etc. Bares, restaurantes, hoteles, antros en general, de más y menos de tantos o cuantos metros cuadrados, posibilidades fácticas múltiples, casos de laboratorio y posibles consecuencias de dudosa equidad. Tengo la impresión de que muchos fumadores (e incluso algunos que no lo son) llevan dándole al tarro algún tiempo a lo que podríamos denominar “Las causas y consecuencias de la ley antitabaco: el problema fundamental de nuestro tiempo”. Seguramente estos “pensadores del fumerreteo” (de los que conozco a alguno/a que otro/a) es lo más importante en lo que han tenido que cavilar en sus últimos 20 años. Qué cosas. Existe una verdadera obsesión, ya digo.

Sólo quiero tranquilizar a estos nuevos teóricos de la rectitud, aplicación y eficacia de las leyes para decirles que no se preocupen: la ley tendrá la aplicación y eficacia que quieran los fumadores. Punto. Que nadie espere que se cree la “brigada antifumadores” o nada parecido. Ya está. Dejémoslo, por favor. Porque si seguimos así, estoy dispuesto a pedir por escrito su derogación inmediata.

Lástima que este tema dé para tan poca teorización, porque lo que está dando que hablar no es precisamente poco. Qué coñazo.

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