22 mayo 2005

EL KIOSKO-BAZAR. Sociedad

¿Se han dado cuenta en qué se han convertido de un tiempo aquí los tradicionales kioscos o las pequeñas tiendas de venta de prensa?. Efectivamente: se han convertido en auténticos bazares, emporios del menudeo, sedes del accesorio polimórfico y centros de peregrinaje de los regalos y promociones de la prensa diaria. Que las editoriales han hecho promociones con cierta frecuencia ya lo sabíamos: que si unos fascículos, que si las novelas escogidas de tal autor, que si los clásicos de la literatura patria en modestas ediciones a bajo coste, etc. Pero ahora los kioscos hacen verdaderos esfuerzos en dar cabida a todo lo que se promociona. Mi kioskero no es un kioskero al uso: posee un pequeñísimo local en el que, con el espacio justo, se distribuyen un reducido mostrador, por un lado, y la estantería en la que se sobreponen sucesivamente los periódicos y las revistas del más variado contenido, por el otro. Las “novelitas del oeste” que intercambian los jubilados, ocupan poco, las guarda en una cajita bajo el mostrador.

Hace algo más de una año, empezó a incorporar ciertos productos ajenos a la clásica prensa, imagino que por iniciativa de las editoriales y de las distribuidoras: DVD´s, CD´s, chicles, pilas, los consabidos videos “X” del Interviú, y alguna cosa más. Ante esta nueva perspectiva, instaló (o le instalaron) un expositor vertical giratorio en el que alberga las películas de DVD. De esta forma, poco a poco, su negocio ha ido creciendo a base de los citados accesorios y estos nuevos productos.

Sin embargo, la ciencia del marketing, a la vista de lo fácil que resulta para el consumidor ir a comprar el periódico y poder comprar además el último “best seller” de Ken Follet o el último disco de uno de los mozos de la primera edición de Operación Triunfo, ha hincado el colmillo en este filón y ha inundado estos locales de decenas de ofertas del más amplio pelaje. Ahora, los kioskeros ya no despachan sólo el “Hola” o el “Diez Minutos”, ahora también tienen que hacerse cargo de la cristalería de Bohemia de 36 piezas, la vajilla de los Simpon, el Escalextric de la Razón, sellar los cupones de la camiseta o el chaleco de Fernando Alonso, la colección de biografías del ABC, etc, etc, etc.

En fin, nuevos tiempos, nuevas formas de venta. Pero lo que resulta innegable es que ha nacido un nuevo género gremial: el kiosko-zoco.

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