06 noviembre 2005

EL RUEDO IBÉRICO. Política

El pasado miércoles de dieron cita en el albero nacional los primeros espadas patrios (aunque a alguno quizá no le agrade demasiado este apelativo). Las reses a lidiar eran de esas que van al bulto, que bufan mucho pero que embisten poco, o sea, tirando a mansas pero con mucha cornamenta. Fue un mano a mano entre ZP “el niño del confeti”, y Mariano Rajoy “el semental de Pontevedra”.

Tarde torista, de esas en las que el aficionado van a ver a los Cebada en vez de a los nombres. Previamente, los figuras ya habían examinado al ganado en el apartado. Tres, toros, tres; de las ganaderías del Camp de Tarragona, del Obispado de Girona y de la Conca de Tremp. Tres toros, tres, pero que serían lidiados como uno solo en forma tricéfala. Reses sin casta pero con aparente trapío. Antes de la salida de las reses al ruedo, el cabeza de cartel, “el niño del confeti”, aguardaba tras el burladero, con la montera encajada hasta debajo de las cejas y con el capote a la altura de la nariz, medio agachado y con el trasero sobresaliéndole por el callejón. Por contra, “el semental de Pontevedra” aguardaba a los morlacos en la arena, montera en mano y con el capote plegado bajo la axila derecha y la espada en la siniestra.

Al toque de clarín de “Benvinguts al Congrés…”, salió el bicho de las tres cabezas. Dio vuelta al ruedo, exhibió sus poderes y se paró en los medios a la espera de que el “niño-las-cejillas-tiesas” saliera a cumplir con él. El espada tragó saliva, se despejó la montera de los ojos, desplegó su capa, la tendió a la res y esperó. Dos pases, mal dados, y media verónica de ful fue su presentación. El tercio de varas, corrió a cargo de Alfredito, “el violador de la jornada de reflexión” (le llaman en su pueblo). Tres puyas, flojas, y en vez de al animal, dadas al monosabio. De pena. Aplausos de sus seguidores, en la sombra. A continuación, tres pares de banderillas (los reglamentarios) de sobaquillo, y de banderillas heterodoxas, esto es, de esas que ni van pintadas del color de la Comunidad Autónoma anfitriona, ni de amarillo y rojo-doble. De pena. Aplausos. Y, en fin, tercio de muleta o muerte: dos trincherazos espléndidos (tan elegantes como siempre), y una manoletina zafia. De pena. Aplausos. El espada intentó colocar al toro en la suerte natural (con el matador saliendo hacia los medios, y el animal hacia las tablas) y tras marearlo para intentar cuadrarlo, se encara el “niño”, saca morro, ciñe ceja, cita a la bestia y entra a matar la contra. Resultado: bajonazo/pinchazo a la altura de la cadera, y aplausos en la grada de sombra. De pena. Aplausos. El morlaco sale vivo tras el décimo aviso del Ministro de la Guerra (presente en el coso), Alfonso de la ídem (ídem), y demás aficionados socialistas de corte purista (jacobinistas, según la escisión). Aplausos en el arrastre por parte del tendido sombrío. Y aplausos para el primer nombre del cartel.

Vivo el bicho, sale de nuevo a la arena. Le espera Mariano, “el semental” para el tendido de sol y un mero espontáneo para el de sombra. Espera al toro de rodillas a pocos metros del toril. Le da una larga cambiada, se desmontera de nuevo y brinda al público. Aplausos desde sol, bronca desde sombra. Media docena de pases en la primera de las suertes. El tendido solariego con el culo prieto y ligeramente levantado de la almohadilla conteniendo la respiración y aguantando el aplauso. Las varas se las puso él mismo, algo insólito. Las tres (las reglamentarias) en el espinazo. Las banderillas (también los tres pares) en todo lo alto, con esmero y coraje. Ovación en el tendido de sol. La sombra, mientras, merendando. En el tercer y último tercio, el pontevedrés, arrebató el acero al mozo de espadas y tras tomar un trago de agua, se dirigió a los medios, se quitó la montera, miró al cielo, masculló unas palabras y arrojó el gorro a una moza de la barrera del “4”. Aplausos en el sol. La sombra seguía merendando. Entretanto, el cabestro remoloneaba ante el burladero del cabeza de cartel como si tuviera con él alguna cuenta pendiente. Rajoy se colocó el centro de la plaza, puso rodilla en tierra, citó al del Camp y le comenzó a castigar. Dos series de derecha. Dos de naturales. No dos, sino cinco trincherazos, y otros tantos pases de pecho. Aplausos encendidos del sol. Follón en la sombra. A la hora de la suerte suprema, asió el metal, colocó al animal y le dio una estocada mortífera de necesidad. El toro tricéfalo cayó al albero tras arrimarse a las tablas de la sombra (a la izquierda). Ovación monumental del tendido de sol. Pitos desde la sombra. Petición de oreja, dos orejas y rabo (si es que lo tenía) desde la solana, mientras los inquilinos de la sombra abandonaban sus localidades si esperar siquiera el arrastre.

La presidencia no concedió los trofeos solicitados a Rajoy por falta de mayoría popular: mientras el sol blandía enérgicamente sus pañuelos, la sombra ya había abandonado el recinto. No había mayoría y por tanto tampoco premios.

Es curioso, pero así es el parlamentarismo, como los toros. Dicen que Curro Romero fue el más grande; lo cierto es que me tocó verle en su última época y, francamente, era lamentable. De pena, como el “niño del confeti”.

2 comentarios:

Roberto Iza Valdés dijo...

Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía. En América no se podía ser honrado, ni pensar, ni hablar. Un hombre que oculta lo que piensa, o no se atreve a decir lo que piensa, no es un hombre honrado. Un hombre que obedece a un mal gobierno, sin trabajar para que el gobierno sea bueno, no es un hombre honrado. Un hombre que se conforma con obedecer a leyes injustas, y permite que pisen al país en que nació lo hombres que se lo maltratan, no es un hombre honrado....Hay hombres que son peores que las bestias, porque las bestias necesitan ser libres para vivir dichosas: el elefante no quiere tener hijos cuando vive preso: la llama del Perú se echa en la tierra y se muere, cuando el indio le habla con rudeza, o le pone más carga que la que puede soportar. El hombre debe ser, por lo menos, tan decoroso como el elefante y como la llama.
--José Martí y Pérez

Anónimo dijo...

I am the first time on this site and am really enthusiastic about and so many good articles. I think it's just very good.