El cinismo de Maragall no tiene parangón (excepción hecha de algún genuino representante del género como Rubalcaba). Dice que está tan enamorado de las Españas (sic) que quiere cambiarlas para mejorarlas. Aparte de lo de "las Españas" (cosa que no sabía yo), lo dicho: el cinismo en estado puro; y es que
hay amores que matan.
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