27 octubre 2005

EL PARTIDO DE LAS CUATRO MENTIRAS. Política

Anda a la gresca Maragall con todo aquel que se opone a su Estatut, ya sea de la ultra derecha fachosa españolista (o sea, el PP) o de su propio partido (que es como la religión católica: la única opción politico-moral verdadera). El otro día se le rebotó Bono ante un comentario del President relativo a que el Ministro de la Guerra "es del PSOE pero habla como si fuera del PP". Y ya se sabe, a uno le pueden llamar rabolechón e hijodemalamadre, pero eso de ser como los de el PP resulta excesivo, es inaceptable, el oprobio mayor que puede recibir o verter cualquier progre, o similares. Pues eso, que Bono se picó y le soltó una de esas frases que merecen una exégesis concienzuda. “Pertenezco al Partido Socialista Obrero Español y, por cualquiera de esas palabras -dijo-, estoy dispuesto a discutir […]”. El resto no me importa. Lo que me interesa es comprobar que don José aún no se ha dado cuenta de que ninguna de esas palabras a las que se refiere tan ufanamente son lo que parecen.

Primero, el PSOE no es un partido, son varios, más bien muchos, uno por Comunidad Autónoma, con el agravante de que alguno incluso figura inscrito en el Registro de Partidos Políticos separadamente del original PSOE: v.g el PSC del abuelo de Cobi. Con esas credenciales es imposible que se pongan de acuerdo en nada. Si yo lo entiendo.

Segundo, lo de “socialista” es, como mínimo, discutible porque el socialismo-socialismo implica una serie de actuaciones que hoy por hoy no está dispuesto a llevar a cabo nadie, salvo Llamazares y cía. El propio Felipe González renunció al socialismo para dividir al partido en felipistas y guerristas, o ¿no nos acordamos?

Tercero: “obrero”, esto no creo que merezca comentario. Aunque diga ZP que es rojo, lo de que el PSOE es “obrero” ya no se lo cree ni el que les hace los tampones de caucho. A estas alturas, todos sabemos que la tendencia del votante progreta es la de la consecución de una posición económico-social burguesa, es decir, la de hijos a colegio privado, piso de ciento y pico metros en el centro (o adosado en las afueras), apartamento en la playa, coche de 5 millones para él y utilitario para ella, canal satélite y restaurantes de a 50 pavos por barba. No digo que no sea legítimo, al contrario, lo único, es que sería mejor que no se pasaran la vida ocultándolo. Pero lo de “obrero” ya no cuela.

Y cuarto: “español”… Sin comentarios.

Lo dicho: el partido de las cuatro mentiras.

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