El Partido Popular acaba de comenzar una campaña para intentar convencer al pueblo de que la tramitación parlamentaria del Estatuto catalán no reviste las características de una mera Ley Orgánica sino que, por el contrario, esconde una auténtica reforma constitucional. Desconozco quien ha asesorado a Rajoy sobre el asunto pero de lo que no me cabe duda es de que no se trata de una modificación constitucional disfrazada de Caperucita, sino una simple norma estatal que contraviene otra de rango superior: la Constitución.
La estrategia urdida por el PP trata de evitar que el texto definitivo sea refrendado sólo por los catalanes y no por el conjunto de los españoles, que sería lo procedente si se tratara de una reforma constitucional. Sin embargo, lo que no entiendo es por qué le tienen tanto miedo al Estatut cuando no se lo tuvieron en su momento al Plan Ibarreche. Sí, la diferencia entre una y otra propuesta es (aparte de las cuestiones sustantivas) que al plan del Lehendakari se oponían PSOE y PP conjuntamente, mientras que al engendro maragaliano sólo le ha plantado cara rotundamente el PP. Pero aun con todo, no creo que la táctica de los populares deba ser esa. En efecto, el Estatuto catalán vulnera el texto constitucional varias decenas de veces, pero de ahí a que tenga la virtualidad de cambiar el articulado de la Carta Magna hay un abismo. Más que un abismo, es que es imposible. Por eso no entiendo por qué razón se empeñan los chicos de Rajoy en sostener lo que no es jurídicamente cierto.
Así que, a mi juicio, mejor sería que se ahorrasen los 50 millones de pesetas que se van gastar en esta campaña y que lo empleasen en otras causas más fructíferas, sobre todo si tenemos en cuenta que el Partido Popular cuenta con mejores medios para hacer llegar al ciudadano que cualquier proposición que intente transgredir los fundamentos de nuestro Estado de Derecho, proclamados en la Constitución, no debería tener opción alguna de prosperar .
No hay comentarios:
Publicar un comentario