23 octubre 2005

MORAL PÚBLICA. Política

Noticia: “el Ayuntamiento […] ha presentado un anteproyecto de Ordenanza para la convivencia en la ciudad [...]. Entre las medidas propuestas figura una multa económica de hasta 600 € a los que soliciten el servicio de las meretrices; compren CD´s piratas o a aquellos que escupan, orinen, vomiten o defequen en la vía pública […]”. Adivine usted de qué localidad estamos hablando (aunque ya conozca la noticia sígame la corriente). No, no se trata del Madrid de los años ´60. No, tampoco nos estamos refiriendo a la política derechista de Ana Botella. Venga, una pista: empieza por Bar- y acaba por –celona. ¿Ya?

Efectivamente, el consistorio más progre de la ciudad autoconsierada más progre de España ha decidido reprimir el puterismo, la esputación flemítica callejera, el comercio libre y la pota etílica. Joder con Joan Clos, tras las críticas que recibió el pasado verano por dejar campar a sus anchas a los punkis durante las fiestas del barrio de Gracia, parece que se lo ha tomado a la tremenda y la solución pasa por prohibirlo todo.

Una de las estampas más típicas de Barcelona es la representada por la algarabía de la parte baja de las Ramblas con sus negritas y su travelos, las primeras ofertándote el típico “I suck your…” (con ese acento nigeriano que tan bien imita mi amigo Gabriel), y los segundos recomendándote un “buen chulazo para que te chape…”. Pero cómo van a multar eso. Si lo prohíben no vuelvo más, ala!

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