06 octubre 2005

LOS NEGRITOS Y EL BOE. Política lacrimógena.

Se lo montan bien los del PSOE: cada vez que les viene una marrón, una de dos, o le echan la culpa al PP o se ponen sentimentales para ablandar al populacho. Con lo de los inmigrantes africanos (evitaré por todos los medios emplear el eufemismo “subsahariano”) no les ha quedado otra que achacar la marabunta al hambre (léase como un hambre en mayúsculas). Primero fue Bono, y después Caldera. ¿Cuál es la razón por la que sobrepasan todas las noches la alambrada de Melilla los negritos? El hambre.

Entre que estos extranjeros son unos pobres desgraciados (Bono dixit) y que tienen un hambre que se comerían a Dios por una pata, a nuestros ministros no se les ha ocurrido mejor argumento que el cuento de la pena.

Lo que me extraña es que Caldera se rebotase cuando le preguntaron si era consciente de que este fenómeno se debía al “efecto llamada” que ha provocado su regularización masiva. “Los inmigrantes no leen el BOE”, respondió contrariado. Pero si nadie se lee el BOE!, nos ha fastidiado. Los negritos no se leen el BOE porque no les hace falta, saben perfectamente qué deben hacer: saltar la verja, acudir a la comisaría de policía de Melilla y pedir los papeles; acto seguido ir al Ayuntamiento a empadronarse y después a darse de alta en la Seguridad Social. Señor Caldera: para saber eso no hace falta leer el BOE, de la misma forma que no es necesario consultar el Boletín para saber que el salto de la valla constituye una infracción legal. Es más, si siguiéramos el razonamiento del Ministro (por accidente) de Trabajo, todo aquel que no hubiera leído nunca el BOE (que, por cierto, somos muchos) quedaría exento de culpa ante cualquier caso. Al que lo pillaran afanando una botella de wisky en el Carrefour le bastaría con alegar que no leyó el BOE en el que se tipificó tal falta para eximirse de culpa. Sencillo, verdad?

Así que miren: si de verdad les dan tanta pena (que la dan) y si de verdad tienen tanta hambre (que no lo dudo), ábranles las puertas de la frontera, acójanlos en un centro habilitado al efecto, aliméntenlos mientras encuentran trabajo y a los dos meses permitan que traigan a su familia. Y así sucesivamente. Bien pensado, la alianza de las civilizaciones podría empezar por esto, ¿no?

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