Últimamente no tengo demasiado tiempo y no me puedo dedicar lo que quisiera a esta espléndida página, pero es que tampoco tenemos en el horizonte patrio muchas noticias nuevas. Son las mismas de la semana pasada y de la anterior. Es verdad que día que pasa, día que le crecen los tinglados al Gobierno. Qué le vamos a hacer: entre la polémica repatriación de los negritos (Su Majestad mediante); el abucheo de unos fachas (Bono dixit) a ZP en la parada militar; entre la pericia de “el señor de las cejas circunflejas” para soslayar la “nación catalana” y la ineptitud de todo departamento ministerial, vivo o muerto, coordinado por la vice De la Vogue, tenemos la patria (con perdón) hecha una puñetera mierda (idem). Advertencia: si usted es de los que lee concienzudamente El País o escucha devotamente la SER, no se preocupe, todo lo que hace ZP es perfecto, no hay problema, y los asuntillos que le pueda encontrar algún malintencionado son culpa de otros (preferentemente de la ultra derecha pepera); aparte de que esos malintencionados son, digámoslo a las claras, unos fachas.
Pero el asunto del Estatut es el que más guerra está dando. Lo que me causa más sorpresa es el temor que tiene la gente a que pueda aprobarse en sus términos natos o, en cuando menos, con los apaños adecuados, tras ser enmendado, reparado, recauchutado, parcheado o transformado. No se alarmen ustedes tampoco con esto, la ridiculez no encaja en las leyes, o por lo menos no en las orgánicas (bueno, eso creo).
Así que nada, a disfrutar de esta política del delirium tremens zapateril y de sus finas hierbas… Antes que llorar es mejor reír. Amén.
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