Cuando leí ayer la crónica del último asalto de los negritos a la valla de Melilla me acordé de Gila. Resulta grotesca la estampa de la Legión intentando contener la marea de inmigrantes sin otro medio de disuasión que una porra y un silbato. Explicó Bono que la razón de que los soldados no porten armas se debe a una cuestión de humanidad, ya que no se trata de una situación bélica sino de intentar impedir la entrada a unos pobres negritos muertos de hambre. Eso lo entiendo, lo que no entiendo es para qué han enviado al ejército para tal menester. De haberlo sabido, hubiera sido más adecuado mandar a Protección Civil, a la Cruz Roja, a Cáritas o a la Sección Femenina, pero lo de mandar a un ejército inerme no tiene ni pies ni cabeza.
Gila contaba aquello de que cuando se fue a la guerra su madre le dijo: “hijo mío, no mates mucho”. Pues Bono, lo mismo. Al fin y al cabo, Gila se llevaba bien con el enemigo y ZP también hace buenas migas con el morito Mohamé.
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