
La epidemia de la inventiva terminológica política no tiene fin. Yo no sé, francamente, qué significa eso de “nación”, y mucho menos el adjetivo “histórica”. Si nos ceñimos al aspecto semántico, el término “histórico” no significa otra cosa que la correspondiente Comunidad “tiene historia”. Vamos, digo yo. No, si ya sé que detrás de la palabrita, agazapada, se halla la intención, ya. Pero resulta tan sumamente pueril y circense andar regateando adjetivos para rascar algún privilegio que otro, que yo ya no puedo, de verdad.
Lo curioso es que Andalucía se meta en este fregado. Andalucía es una comunidad “histórica”, es verdad. Tan verdad como que lo es Cataluña, Navarra, Baleares, La Rioja, y así hasta 17, más Ceuta y Melilla. Cierto. Pero no me deja de llamar la atención que a estas alturas de la película la Comunidad del ilustre Chaves venga con lo del historicismo. Ya me lo imagino: el Califato, las Taifas (de las que el presidente regional sabe mucho), la judería conversa, el Reino de Granada, Bin Laden… ¿Bin Laden?
Hombre, la morería dejó sus monumentos desde Cádiz a Zaragoza, pero también ha dado célebres villanos. Lo mismo que la gitanería andalusí: mucho arte y mucho salero pero con el peine en un bolsillo y la cheira en el otro.
Si es que uno se pone a intadagar con quién se acostó su tatarabuelo y resulta que se lo montaba el Imán de la Mezquita de Córdoba. Joder con la “historia”. Pero todo sea por la “nación”, qué coñe.
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