Mis conceptos se vienen abajo. Mi idea sobre la democracia, la política, la izquierda y la derecha, la república y la monarquía, o sobre la justicia fiscal, se tambalean desde que ZP las ha redefinido. El redentor ideológico de nuestra era, emplea estos conceptos de la misma forma que Chaplin peloteaba con el globo terrestre en “El gran dictador”. Así que, me planteo, una de dos: o las neo-definiciones de ZetaZero son estupideces sin fundamento alguno (y, además, hechas con muy mala intención: la de confundir al respetable), o bien tiene más razón que un santo, y el que estaba equivocado era yo, que creí conocer sistema operativo de la política, siquiera teóricamente, sin saberlo en absoluto. ¿A qué viene esto? Viene a la anunciada subida de los impuestos del tabaco y el alcohol, que a pesar de lo impopular que resulta, no tiene otra finalidad que protegernos contra estos dos inventos del demonio. Ya lo ha dicho ZP: “disuadir del consumo de alcohol y tabaco es de izquierdas, […] queremos que los ciudadanos […] consuman menos alcohol y tabaco, y eso es de izquierdas” (sic). Frótese los ojos, frótese, y vuelva a leerlo. En efecto, así es.
Digo que mis conceptos sobre la “izquierda” y la “derecha” se podrían derrumbar si hiciera caso de este tipo de frases. Aunque bien visto, no le falta razón a ZP. Una de las características de la izquierda es el direccionismo, es decir, la intervención tuitiva sobre el ciudadano; la interferencia en el comportamiento de los factores personales y económicos; la manipulación de la oferta y la demanda, y con ello la modulación de los precios y, en su caso, su fijación; la socialización de los factores de producción y renta, la de los recursos, y, en fin, la reducción de la autonomía individual en el consumo. Aquí es donde ZP nos protege con su sonrisa beatífica, cuya ausencia nos abocaría directamente a fumarnos dos paquetes de “trujas” al día y a pegarle al pacharán sin decoro. Pero no. Si ZP sube zumo de endrinas 5 pesetas, lo hace con la única finalidad de que dejemos de privar tanto. De hecho, si me suben el “Basarana” (que es el que me gusta a mí) 5 pelas, como se puede imaginar usted, no me van a disuadir de trincarme mi copichuela. De todos modos, se lo agradezco a ZP. Es más, pensaré en votarle, porque me encanta que me proteja tanto y que me suba el pacharán.
Lo que ZP no le ha dicho al parroquiano de taberna, es que subir los impuestos indirectos no es tenido como una medida de “izquierdas” precisamente. ¿Por qué? Porque uno de los fundamentos de todo sistema impositivo es el de la capacidad económica de sus contribuyentes, y así lo dice el artículo 31 de la Constitución. Es decir, los impuestos directos (como es el caso del IRPF) gravan la tenencia de riqueza, mientras que los indirectos (como son los que recaen sobre el tabaco o el alcohol) recaen en sobre el consumo en sí. Dicho de otra forma, los impuestos directos tratan desigualmente rentas desiguales, mientras que los indirectos gravan de forma idéntica hechos impositivos iguales, esto es, no inciden sobre la “capacidad económica” sino sobre un acto determinado: fumar o beber. De esta manera, como yo creía, los impuestos indirectos tratan de la misma forma a las rentas millonarias que a las exiguas; igual paga Emilio Botín por una botella de “J&B” que el hijo adolescente de un peón de fábrica para hacerse el botellón del sábado.
Yo pensaba que esto no era de izquierdas; pero como todo, la “izquierda” es un concepto discutido y discutible, ¿verdad presidente?
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