19 septiembre 2005

LA GRAN BACANAL. Política

Recuerdo muy bien cómo en los años de nuestra adolescencia, solíamos rebuscar en la cartelera del ABC los títulos de las películas “X”. Sólo nos importaban los títulos. Veíamos en ellos, por un lado, el aspecto morboso de saber que en Madrid aún existían este tipo de cines; pero sobre todo nos entusiasmaban los delirantes nombres con los que habían sido bautizadas estas obras del séptimo arte. Supongo que recordaré de por vida títulos como “Manos arriba, bragas abajo”, “La torre del meter” o “La gran bacanal”. Para unos niños de 14 o 15 años resultaba tremendamente estimulante imaginar qué esconderían tras de sí semejantes reclamos, aunque nunca lo supimos.

“La gran bacanal” llamó siempre nuestra atención por esa palabra, “bacanal”, que no se hallaba en nuestro vocabulario, y que a partir de entonces pasaría a enriquecerlo también para siempre. El diccionario decía, y sigue diciendo, “bacanal”: orgía con mucho desorden y tumulto. La definición, a su vez, nos remitía a la voz “orgía”, en la que el texto de la Academia dice: satisfacción viciosa de apetitos o pasiones desenfrenadas. Prefecto. Se trataba, pues, de dos definiciones a medias, pero que con un poco de imaginación pudimos conseguir hacernos una idea de qué era eso de una “bacanal”.

¿Que a qué viene esto de la gran bacanal? Viene a la orgía política que se está perpetrando en Cataluña con el rollo este del Estatuto. Bien saben mis lectores que no me he extendido sobre el tema precisamente por eso, porque es una bacanal de apoyos antinaturales, compincheos, lamidas de culo, alianzas con caducidad exprés, y de pactos de naturaleza espuria de “todos con todos”, de “luego te dejo, te traiciono”, de “hoy por la mañana hacemos una cama redonda tripartita, y por la tarde me lo monto con la parienta del de la barretina”, etc. Es decir, una bacanal en toda regla, en la que, como se puede comprobar, existe el desorden, el tumulto, las pasiones nacionalistas desenfrenadas y los apetitos viciosos de autogobierno. Lo dicho: una “gran bacanal”.

La verdad es que siempre me gustó más aquello de “Manos arriba, bragas abajo”, qué le vamos a hacer.

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