De niños, mi padre, para que nos cortáramos las uñas cuando era necesario, pronunciaba dos expresiones muy suyas: “tenéis las unas como peinetas”, exclamaba; o bien “tenéis las uñas como una estanquera”, nos decía. A esta segunda fórmula no le di importancia hasta años más tarde, cuando le pregunté: ¿qué quiere decir que uno tiene las uñas como una estanquera?, ¿cómo tienen las uñas las estanqueras? Por lo visto, según cuenta mi padre, las estanqueras de antes solían dejarse crecer las uñas de los meñiques para cortar mejor los sellos. Se conoce que cuando dispensaban este timbre ponían el pliego sobre el mostrador, colocaban la uña sobre la parte troquelada y, una vez fija la superficie a recortar, separaban el sello con una pulcritud admirable.
El otro día, mirando una foto de ZP en la ONU, observé que llevaba las uñitas un poco largas. No es que critique su actuación y resultados en la conferencia-aniversario de Naciones Unidas, que como todos sabemos fue espléndida y muy, muy fructífera, sólo digo que me pareció que no se las había cortado hace un mes. ¿A dónde vamos con un presidente que tiene las uñas como una estanquera?
Ojo, que no parezca que digo esto por que le tenga inquina a nuestro ilustre jefe de Gobierno. Bueno, es verdad, se la tengo, pero lo de las uñas es verdad, eh.
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