06 junio 2006

"Otra manera de desalentar el pensamiento propio es la de considerar toda verdad como relativa. Se considera la verdad como un concepto metafísico, y cuando alguien habla del deseo de descubrir la verdad, los pensadores progresistas de nuestra época lo tildan de reacionario".

Erich Fromm. "The fear or freedom", 1941.

01 junio 2006

EL PACTO DEL “TINELL”. Política

Esgrimía el día del debate sobre el estado de la Nación Rajoy un papel donde se leía lo siguiente:

“Los partidos firmantes del presente acuerdo [PSC, ERC e ICV] se comprometen a no establecer ningún acuerdo de gobernabilidad (acuerdo de investidura y acuerdo parlamentario estable) con el PP en el Gobern de la Generalitat. Igualmente estas fuerzas se comprometen a impedir la presencia del PP en el Gobierno del Estado, y renuncian a establecer pactos de gobierno y pactos parlamentarios estables en las Cámaras estatales”.

Es el famoso “pacto del Tinell”, al que tantas referencias se han hecho como escasas han sido las críticas hacia el mismo. A las claras está la abyección y la miseria humana de sus firmantes. No sé si al leerlo por primera vez se da uno cuenta de la vileza de su fin. Para ello basta releerlo. Estos tres partidos, que tan frecuentemente remolcan en sus discursos la palabra “fascista”, emplean en este “negotio horroris” la misma táctica que el auténtico fascismo: el señalamiento de una chusma excluible y la eliminación de la misma por los medios a su alcance.

Sabido es que la democracia se sostiene sobre la libre circulación de ideas y de los que las sostienen. Y sabido es, también, que el totalitarismo (sea o no fascista, a pesar de que todos aquellos se conciban como un fascio, es decir, como una gavilla perfectamente enfajada) consiste en reunir al pueblo en torno a una idea común aparejada a un enemigo de la misma naturaleza. Hitler quiso culminar un imperio y señaló a los judíos como la rémora de sus aspiraciones. De la misma forma, los comunismos del siglo XX, desde Lenin hasta Castro, han pretendido la colectivización del Orbe a costa de sustraerle la libertad al individuo, y han tenido, y tienen, como enemigo al capitalismo, es decir, a la libertad y a sus paladines. Los nazis eliminaron a los hebreos, los comunistas a los capitalistas, y los nacionalistas catalanes se aplican con ahínco a hacer lo propio con aquellos que no lo son. Lo característico de todas estas dinámicas es su carácter antidemocrático: la aniquilación del adversario, de los disidentes, de los enemigos del Régimen, de la Patria Única. Otra de las notas comunes de estas oligarquías infectas es la del convencimiento de actuar por el bien de la Nación y contra el inicuo común.

En el “Pacto del Tinell” se convinieron dos cosas: el no pactar con el PP en orden a la gobernabilidad de la Generalitat (cosa que, en principio, y a pesar de ser una táctica sucia no repugna la filosofía de un determinado pacto de gobierno), e impedir (¡!) la presencia del partido de Rajoy en el Gobierno del Estado. ¿A qué se refiere cuándo dice “impedir”? ¿Hasta qué punto pueden otros partidos impedir que otro pueda siquiera optar a gobernar? ¿Qué razones tienen estos tres partidos en excluir al PP de la gresca política, de la democracia? Elemental: el PP es anticatalán, es su enemigo, debe dejar de existir o, en su defecto, liquidarlo. Así de simple.

Vuelva a leer el texto y compruebe que si en España existe, o existen, algún partido que recoge a sus ciudadanos como un todo único reunido a modo de una fasces, esos son el partido de Maragall, el de Carod y el de Saura, sin olvidar la inestimable aquiescencia de nuestro inefable Presidente, ZP “el maldito”.