31 enero 2007

LA SOLUCIÓN A LA VIVIENDA Y LA COHERENCIA SOCIALISTA. Política

Yo, como los socialistas, también quiero que "todos tengamos nuestra propia casa". Ojo, digo propia casa, porque ni los desarrapados más marginales de la CNT juvenil que revientan toda manifestación que se presente se conforman con un cubículo para pernoctar y drogarse. No… Quieren, queremos, una vivienda propia, en propiedad, vamos. Puestos a elegir, y ya que te echas a la calle, lo mismo da exigir al Gobierno un pisito donde dormir o un chalet que dejarles a los hijos en herencia. Nos ha fastidiado.

El problema es que el Ministerio de la Vivienda, que con tanta eficacia y diligencia dirige la señá Trujillo, no se ha percatado de la solución más sencilla de todas. Es cierto que se trata de una “solución Alicia” (como las ha bautizado Gustavo Bueno), pero puede ser válida. Es más, yo creo que puede ser más que válida, aun óptima. La solución pasa porque el Gobierno, para evitar los precios exorbitados de la vivienda, expropie los terrenos que vayan a ser edificados y que, en vez de permitir que los promotores inmobiliarios privados construyan sobre los ellos, el propio Gobierno edifique allí. Es sencillísimo. Eso sí sería verdadero socialismo. Se socializa un terreno expropiado para una finalidad social, y se destina a la sociedad. De este modo, la sociedad tendrá vivienda y el problema de la carestía habitacional habrá concluido definitivamente; toda la sociedad dispondrá de una casa y toda la sociedad será feliz. Eso es el socialismo, ¿no?.

Pero no se engañen ustedes. No es que nuestro socialismo real no conozca la receta. Al contrario. La conoce perfectamente. Pero, ¿y entonces? La Economía, señores, la Economía. No-pue-de-ser! ¿La Economía frenando los principios socialistas? ¿El socialismo sacrificando la socialización por la Economía? Pues así es. ¿Qué hay que hacer para demostrarle al ciudadano desavisado que el socialismo es una patraña hipócrita, puro cinismo? Sí, usted. Señora, caballero, votantes del progreso y el socialismo real, ¿por qué no le exigen al Gobierno que expropie lo que haya que expropiar para proporcionarles a ustedes, fieles camaradas del izquierdismo, una vivienda (digna, a poder ser)? El Capital, señá, el Capital. El Rector del mundo. Eso que los socialistas siempre han aborrecido y lo único que se han afanado en conseguir: capital. Pero capital para sí, no para los demás.

La expropiación es la solución más socialista para acabar con “el problema de la vivienda” en España. La Economía es un gran obstáculo, pero un socialista (real) no se deja amilanar por tan insignificante y vil concepto. Capital. Una política de expropiaciones proporcionaría vivienda a todos los españoles, cierto. Sólo habría un inconveniente: los precios (salvo el de la vivienda nueva) se dispararían, el déficit reventaría, y la Economía haría crack! Pero bueno, lo importante es la gente, la sociedad ¿no? Entonces qué más da la Economía, si todos tenemos una casa, un hogar… ¿No será que el socialismo no se atreve a cocinar esta sencilla receta?, ¿pero por qué? si lo más importante son las personas, no la Economía. ¿O no?

El socialismo debería explicar esto a sus adeptos. El inconveniente, una vez más, estaría en que el votante paleto correría el riesgo de desengañarse de ese socialismo que le ha venido diciendo toda la vida que él, el paleto, es el protagonista de la Historia... La protagonista es la Economía, el Capital, el Mercado, es decir, lo que está en medio de lo que el ser humano desea y de los recursos que posee para adquirirlo: el precio, lo precios; para que se entienda mejor.

El mecanismo expropiatorio es una opción perfectamente descrita constitucional y legalmente subordinada a una “utilidad pública o a un interés social”. De la misma forma que el Estado expropia fincas completas para construir carreteras, autopistas y vías férreas ¿por qué no puede hacer lo mismo para edificar VPO? Esto es lo que yo de usted, ingenuo votante socialista, le preguntaría a sus Elegidos. Si no le saben responder, desconfíe de ellos, y si le dicen que no es posible la expropiación, vote directamente al Partido Comunista. Eso es ser de izquierdas, lo demás son tonterías, señora.

30 enero 2007

EL ARTILUGIO. Política

Lleva ya unos días el Pravda español con una noticia colgada de su página digital en la que desvela el secreto de los secretos: quién fue el que grabó (ilegalmente, por su puesto) la intervención de Zetapé en la conferencia de presidentes autonómicos. Yo entiendo que para la Cuatro y para el Grupo Prisa lo más importante que ocurre en España es “el caso Andrax” y el espionaje institucionalizado y derechoso. En esta ocasión le ha tocado a nuestro presidente, Pedro Sanz, digo, el presidente riojano. Le faltó el tiempo al presidente de Cantabria para (en rueda de prensa!) interpretar uno de los teatrillos más patéticos que estos ojos han podido sufrir. He de reconocer que a Revilla, si trabajara en un circo (que sería su destino vocacional), saldría al principio: lo mejor siempre viene al final. O sea: de risa, pero para reírse de él.

El grupo mediático del Gobierno nacional (o mejor, del Gobierno de la Nación) se ha encargado de averiguar que el aparato con el que, supuestamente, Pedro Sanz, grabó algo que era tan público como la institución en la que se escenificó, es un “artilugio metálico y sin teclas”. Pues como no me des más pistas…. yo diría... una cuchara! Artilugio, metálico y sin teclas, ¿no?

¿De verdad creen ustedes que se puede grabar algo con un artilugio metálico pero sin teclas? Me quedo con la hipótesis de la cuchara.

25 enero 2007

MIRAR PARA OTRO LADO. Política

La irresponsabilidad más grave de quien tiene un cargo político es la de mirar hacia otro lado cuando sucede algo que debería resolver. Esta generación de la clase política española padece esto con una singular renuencia a afrontar los verdaderos problemas de la sociedad, que es, somos, los que en definitiva les votamos y les pagamos (qué hastío produce tener que recordar esto). La política se ha convertido en lo peor que se puede convertir la misma: en dogmática. Si uno se para a pensar en qué consiste la actividad pública del todo este rebaño de desaprensivos que dirigen nuestra desdichado futuro público se da cuenta, más temprano que tarde, que la política se ha transformado en una “actividad dogmática”. Grave es que una función tan delicada e importante como la política se convierta en una papilla de teorías y dogmas buenistas y políticamente correctos, pero más grave es aún que todas teorías y dogmas se erijan sobre la indeterminación conceptual. Es decir, nuestra política se ha transformado en un siniestro conjunto de dogmas ininteligibles. La finalidad de ello: desesperanzar al ciudadano persuadiéndolo, no ya de intervenir activamente en la actividad política, sino de pensar siquiera algo por sí mismo. La táctica es sencillísima: si se le sustraen al ciudadano los conceptos (vaciándolos de significado o mutándolo) se le impide pensar, porque las cosas ya no son lo que son, ni son como eran.

Uno de estos conceptos desnudos de los que se sirve este socialismo nuestro que nos ha caído en des-gracia es el de la autoridad. La autoridad, tanto en la escuela como en la calle, ya no significa nada. ¿Por qué? Porque el fatídico pseudo-silogismo lógico-simplista siguiente lo destroza de raíz: “Franco era autoritario> el autoritarismo es franquista> la autoridad es la hija del autoritarismo> luego: la autoridad es hija del franquismo”. En conclusión, el término autoridad tendría que ser expulsado por la RAE por franquista! Muy bien. Pero sucede que ocurre que, mayormente, en total, más bien, resulta que…en fin: las bandas de sudamericanos se matan por las calles, exigen cuotas de abono a los vecinos de Alcorcón (baste como ejemplo) para poder echar unas canastitas al básket o para pasar por una acera determinada (“territorio latin”, dicen). La respuesta de la delegada del Gobierno, sin embargo, ha sido tajante a la par que tranquilizadora: “no existe problema alguno”, ha sentenciado esta otra lumbrera de cuota. Si es que las cuotas es lo que tienen…el igualitarismo forzoso. Esta “genia” de la realidad social madrileña se limito a decir que el asesinato de un joven el pasado sábado a manos de estos delincuentes latinos (“asociación cultural” en el Paraíso intelectual catalán) es un “problema de convivencia complejo”. O sea, vamos a ver si lo entiendo: que el problema existe, pero “no existe problema alguno”. Mmmmmmmmm. Sigo pensando, eh... Un “problema” que va a ser abordado por esta Ilustre Señora a través de una serie de medidas como el “diálogo con asociaciones de sudamericanos”. Pero vamos a ver, señora mía: cómo se puede ser tan sumamente cínico y cretino para hacerle creer al respetable que “no hay problema alguno” y a renglón seguido añadir que es un “problema complejo” que se intentará abordar (ojo al ímpetu de la Delegada gubernamental) desde todas las perspectivas, como el “diálogo” (ya tuvo que salir la palabrita…) con los sudamericanos; ¿pero no hemos quedado que no hay bandas, ni problema, ni sudamericanos?

Este es el terrible resultado del buenismo, la inepcia moral, la irresponsabilidad blindada, la trituración conceptual de la semántica tradicional y la abdicación funcional de esta piara de políticos socialistas que incluso se atreven a decirnos qué hamburguesas tenemos que comer! Como siempre, es mejor mirar hacia otro lado cuando la política pragmática te exige a gritos abandonar la estupidez dogmática a la que te dedicas.

21 enero 2007

HACIA UNA UNIÓN GLOBAL. Política

Puede que resulte cercano a la ciencia ficción pedir un acercamiento entre el PSOE y el PP, pero es necesario. Es necesario aunque sea en los mínimos. Pero parece que ni en eso. Los militantes y adeptos del PSOE sostienen con vehemencia que la culpa es del partido de Rajoy, y los seguidores de este que la culpa es de aquellos. ¿Quién tiene razón?

La confrontación les favorece a ambos, no nos engañemos, sobre todo respecto de sus votantes fieles. Ahora bien, la discrepancia entre estos dos partidos le conviene infinitamente más al PSOE que al PP. El PSOE sabe que en cualquier momento puede aliarse con cualquier partido, partidito, partidillo o partiducho que le salga al paso y le ofrezca un par de escaños, sea aquel de la orientación que sea, porque el PSOE: escrúpulos pocos. El PP es el apestao. El judío en la Alemania nacista, el blanco en el Harlem neoyorquino, el negro del aparheid. El PP no tiene a nadie, el PSOE puede contar con todos. Es una alianza interesada, naturalmente. Los partidos minoritarios (aunque prefiero llamarlos marginales) saben que con el PSOE lo tienen todo ganado; saben que el PSOE es una tómbola de rebajas, una casa de holganza en Cuaresma, un sindiós.

Sin embargo, tanto el PSOE, especialmente, como el PP, deben tener en cuenta que sus votantes están muy cerca ideológicamente los unos de los otros. Es más, el PSOE debería tener en cuenta que están donde están gracias al trasvase de votos que les llovió el 13-M de 2004. Es decir, aunque el PSOE no lo quiera saber, tiene votos del PP, es más, tiene el voto oculto del PP. Es curioso, pero sólo el PP tiene voto oculto, es decir, el voto de aquellos a los que les da vergüenza confesar que han votado al PP. Y otra cosa debería saber el PSOE: esos votantes que el 13-M por la tarde decidieron votar al PSOE están casi convencidos de que van a volver a votar al PP en las próximas generales. Pero al PSOE le da igual; le da igual conseguir 5 diputados menos que el PP, porque aún tendrían la posibilidad coaligarse con el desaprensivo republicano y/o comunista y/o etnocentrista de turno.

¿Y del pacto global entonces? Mucho me temo que nada de nada. Salvo que el PSOE se dé cuenta de todo esto y reaccione para conservar a esta estirpe oculta.

16 enero 2007

EL VIOLÓN Y EL TIGRE. Política

La sesión extraordinaria que tuvo lugar ayer en el Congreso, aparte de servirle a ZP para lavar su imagen (junto a la manifestación del sábado y la super entrevista del fin de semana en el periódico del Régimen) y marginar aún más, si cabe, al PP, le sirvió a Rajoy para exponer de forma espléndida lo que queremos una enorme parte de los ciudadanos. Mientras ZP se dedicó a echarle la culpa al PP de todo cuanto ocurre y a recordarle lo buenos que eran ellos en la oposición y lo malos que son ahora los populares en la misma, Rajoy, firme, contundente, expeditivo e incluso algo injusto (o pasado de frenada, que han dicho algunos) se posicionó donde debía y no cayó en la melifluidad de un presidente del Gobierno cuya única táctica era la de reforzar su alianzas… con los nacionalismos.

La propaganda del Gobierno (que no cesa ni en agosto ni en Navidad), encabezada ayer por ZP, dejó caer un eslogan muy suyo y que si no fuera porque es absolutamente falso, sería, cuando menos lacrimógeno o celestial. Dijo ZP, en un lema que traía preparado de casa, que en vez de preferir un pacto que aúne a 20 millones de españoles (es decir, al PSOE y al PP), prefiere otro que represente a los 45 millones de españoles. Absolutamente falso. Un eslogan estúpido marca de la casa. Sin embargo, la verdad es muy distinta. Juzgue por usted mismo. El censo electoral de España está formado por 34´5 millones de personas, de los cuales sólo participaron en 2004, 26´1 (el 75 %). El PSOE obtuvo 11 millones de votos y el PP 9´7. Como dice ZP, un pacto entre ambos supone un pacto de 20 millones de personas (y de votantes). Pero un pacto con todas las fuerzas políticas no daría lugar a un acuerdo de 45 millones de españoles, sino a lo sumo a un pacto de 26 millones de personas, que son los que votaron. Es más, un acuerdo del PSOE con sus aliados parlamentarios actuales (o sea, todos salvo el PP) sólo representaría a unos 14 millones y pico de votantes. A alguien le podrá parecer que este cálculo está manipulado porque excluye a los ciudadanos fuera de censo y a los que no votaron, pero no es cierto.

Veámoslo con escaños. Los escaños, al representar la soberanía nacional (que no popular) de todo el país, explican mejor este tejemaneje aritmético zapateril. El PSOE cuenta con 164 diputados, el PP con 148, y el resto de grupos los 38 escaños restantes. Ahí está reprensado todo el país, sobre la proporción, naturalmente, de los votos vertidos. Si el PSOE y el PP llegasen a cualquier acuerdo congregarían a 312 diputados (exactamente el 80% de los votos). En cambio, si el PSOE pacta con todos menos con el PP, el pacto sólo reuniría a 202 diputados. Las cuentas están claras, ¿no? La pregunta es pues ¿qué prefiere el Gobierno, un pacto que represente al 63% de los votos (pacto nacionalista), o uno que aúne al 80% (con el PP)? Está claro, el PSOE, a diferencia de los que proclama, prefiere asegurarse un pacto de 202 diputados, a otro de 312 diputados (el 80% de los votos, insisto) en el que los votantes del PP también puedan, podamos, estar representados.

¿Esa es la democracia de calidad al que se refería ZP en sus andanadas preelectorales? ¿Esta es la democracia de TODOS, o la de unos pocos, con la aquiescencia de su arcangélico máximo valedor? Como dijo magistralmente Rajoy ayer, el presidente del Gobierno “está tocado el violón mientras cabalga sobre un tigre”. Soberbio!

13 enero 2007

EL FUTURO DEL PROCESO. Política

No es ingenua, ni mucho menos, la táctica de ZP de eludir ser él el que diga que este diálogo terrorífico ha concluido definitivamente. En absoluto. Es mejor dejar que los subalternos mareen al toro antes de que el acero le de muerte. Esto es muy viejo. Sucede sin embargo una cosa curiosa. Dicen los socialistas, en una actitud victimista muy propia, que todo esto (lo del atentado) demuestra que nada estaba negociando el Gobierno, y que, por ende, ningún fundamento tenían las críticas y vaticinios del PP. Curioso, por no decir grotesco.

Veamos, el PSOE estuvo, supuestamente (que lo estuvo), negociando con la ETA antes y durante la “tregua” (que no era tregua ni era nada). Pero ahora, y tras la catástrofe del pasado 30 de diciembre, resulta que las víctimas han sido… en efecto: el Gobierno. Que si les han engañado, que si no tenían el interlocutor válido, que los “incontrolados”, que si me he roto una uña, o que si mi padre es El Fari. Total: víctimas 3, los pobres ecuatorianos y el Gobierno, que es muy bueno pero que de tan bueno-tan bueno, le engañan como a un chino de los de antes. Vaya por Dios.

Hay un principio general del Derecho que reza que “nadie que ha sufrido un daño merece ser amparado si no ha desplegado la mínima diligencia para evitarlo”. El Gobierno está en esta situación: quien se mete a la jaula de los leones sin látigo, aunque con la “democracia” en la mano, y una de las fieras le arranca la pierna no puede luego pretender que la Seguridad Social le indemnice por el accidente laboral. Cuando te enrollas con matones lo más probable es que te maten si no les das lo que quieren. Por eso, la actitud victimista de los socialistas que ahora ponen cara de “no, si no estábamos dispuestos a negociar nada con la ETA”, resulta absolutamente patética! ¿Qué se supone que pretendían pues? ¿Quedar para ir al baile anula de la Cruz Roja en Montecarlo, o qué? El Gobierno del PSOE, fíjense lo que les digo, no tiene derecho a reírse ni siquiera de los que les votaron. Ni los socialistas de toda la vida merecen este engendro de la pazzzz como dice Ignacio Camacho.

Pero bueno ¿y ahora qué? Porque el proceso se suspende, vale, por mucho que haya llegado al “punto final”. Pero ¿y cuándo se supone que lo quieren reanudar? Porque supongo que lo querrán reanudar, ya que después de cualquier “punto final” nada impide que se escriba el capítulo siguiente. Ya se ha dicho (y aunque no se hubiera dicho resultaría perfectamente verosímil) que “ahora hay que dejar un tiempo”. Vale. Y después de ese tiempo ¿qué? Otra vez a lo mismo. ¿No irán a reanudar el proceso en víspera de las elecciones del año que viene, no?

La cuestión es que, tan repugnante es el diálogo hoy, con dos muertos aún calientes, que dentro de un año, con más de 800 ya fríos. ¿De qué depende el diálogo, de lo fríos que estén los cadáveres? Piense, usted, votante socialista: ¿hasta qué punto está dispuesto a llegar para perdonarle a la ETA estos dos muertos y los 800 anteriores? ¿Merecemos una paz a golpe de muertos? Porque si es así ya pueden llegar pronto las elecciones del 2008.

Qué largo se me está haciendo, y que largo se nos va a hacer aún…

06 enero 2007

LA CUESTIÓN TAURINA. Sociedad

Desde que tengo uso de razón, recuerdo haber presenciado el debate sobre la fiesta nacional española. Supongo que también mis padres, aunque menos, y mis abuelos, aunque muchísimo menos, recuerdan esta vieja polémica. La cuestión es que, de vez en cuando, a algún iluminado le da por embestir contra las corridas de toros como si fuera el genuino representante de la sensibilidad mundial. La última ocasión que se ha aireado el tema fue a propósito de unas declaraciones (privadas) de la Ministra de Medio Ambiente, las cuales, supongo, no tenían otra finalidad que la de aplacar la emotividad de su interlocutor/a. Supongo esto porque tanto desde el PSOE como desde la mismísima Izquierda Unida (¡!) se salió al quite de esa querencia tan medioambiental de censurar la muerte del toro en el ruedo.

Una de las cosas que más me llaman la atención del asunto son los argumentos que emplea la gente para justificar la vigencia de las tardes de sol y sombra. Unos se arriman a la cultura patria, otros a la tradición de la tauromaquia ibérica representada allá en Altamira, etc. Estos argumentos son, o deberían ser, lo bastante sólidos para que la cuestión taurina quedase zanjada. Pero no parece que sea así. Lo primero que cabe objetar a estos burladeros argumentales es que la tradición, en España, no debería fundar ninguna actividad ancestral, por muy perteneciente a nuestra cultura que sea. Que la fiesta del toro forme parte de nuestro acervo popular no se pone en duda; ahora bien, que su vigencia se justifique (sólo) por razones puramente consuetudinarias, me escama más. A mi juicio, ninguna tradición, por remota que sea, justifica su vigor por sí misma. No olvidemos que las polémicas sobre las vigencias suelen originarse a causa de las reticencias morales o estéticas de quienes las denuncian. Lo más común es que se pongan en solfa las costumbres nocivas, es decir, aquellas que por los motivos indicados causan nausea, reparo o un pudor insuperable a quien lo padece. En esta categoría de vigencias supuestamente inicuas estarían la fiesta taurina, el boxeo, la caza, etc. Entiendo perfectamente que haya personas que aborrezcan los toros, que les ofenda la violencia del boxeo, o que califiquen de crimen la caza de animales salvajes.

Por el contrario, las menos de las veces, lo que se censura (e incluso se autocensura!) son las tradiciones inocuas, es decir, aquellas otras que, en principio, no trasgreden ni la moral, ni la sensibilidad, ni el decoro de los que lo contemplan. Son, como digo, casos muy marginales pero de reciente e inquietante proliferación. Es el caso de la de la Navidad católica.

El criterio sensible.

Como se habrá observado, la palabra clave en todo este embrollo ético y moral de la fiesta taurina es una palabra citada aquí ya varias veces pero que seguro que se habrá pasado por alto: sensibilidad. Esta es la palabra y el criterio clave. La muerte del toro, tras intentar aturdirlo, envararlo, haberlo banderilleado y engañarlo, es una cuestión de sensibilidad. De sensibilidad general, o mejor: de sensibilidad nacional. Pero ¿qué quiero decir con esto de la sensibilidad?, ¿nos estamos refiriendo a la sensibilidad del toro (como alegarían los ecologistas), a la del torero (como harían los miembros de este heroico gremio), o la del público? Me refiero, naturalmente, a la sensibilidad del público, pues el público es quien juzga, quien alaba o denuesta este espectáculo. La sensibilidad del toro la juzga el público, no el propio astado, como es lógico. Aunque eso no implica que el morlaco no reaccione ante su sensibilidad, que la tiene, claro, pero sólo física. El toro no juzga si es moral o inmoral que lo linchen. Me refiero a la sensibilidad moral, la que hace que unos adoremos esta fiesta y que otros la abominen. Sí, en efecto, me encantan los toros, disfruto con una gran faena, con un Cebada noblón, de casta y entrega. Esto no me inhabilita (espero) para ensayar sobre este dilema moral.

La sensibilidad como argumento antropológico.

Como digo, sensibilidad. El ser humano es sensible, tanto física como moralmente, hacia una infinidad de cosas, aunque (y esto es lo más importante) cada vez hacia menos. El hombre se adapta al medio, si no, no existiría (es una cuestión puramente antropológica). Cuando se nace, el niño tiene una sensibilidad extrema, todo le incomoda: el frío, el calor, el ruido, el hambre, el sueño e incluso el aburrimiento. Todo eso le duele, una veces física y otras veces moralmente. A medida que la persona se desarrolla va adaptándose a todo lo que le sucede, se acomoda al medio, y esto supone que deba insensibilizarse con lo que antes le resultaba lesivo. Al adulto, en circunstancias normales, no le duele el frío, ni el calor (aunque en ambos casos los puede soportar con mayor o mejor disposición), tampoco se echa a llorar cuando escucha un sonido estridente o cuando no haya comido hace horas (aunque le afecte), y tampoco se deprime irreversiblemente cuando se aburre. Todo esto le sucedía cuando era niño, más adelante se adapta y se insensibiliza hasta cierto punto ante estos fenómenos.

Con la muerte del toro sucede lo mismo. No nos engañemos, estamos acostumbrados a ver morir a la res en el coso y no solemos poner reparo alguno a ello. Es más, llega un punto en el que se contempla como algo perfectamente natural. La sensibilidad humana no execra esto porque se ha insensibilizado ante ello. No se pretenda deducir de esto que la insensibilización es el antídoto de la sensibilidad más sutil. No se deduzca que la insensibilización es el camino necesario de la sensibilidad. Al contrario, son muchos los que no están dispuestos, ni en condiciones, de tantear este supuesto antídoto. A unos les ocurre con los toros y a otros con el boxeo o con la prostitución callejera. Sin embargo, para que usted pueda comprobar por sí mismo esta adaptación al medio por la vía de una determinada insensibilización le propongo un ejemplo. Todos hemos visto por televisión a los niños de los países africanos en guerra. Hemos podido comprobar, con verdadero espanto, cómo criaturas que no superan siquiera la decena de años esgrimen sus fusiles como si de una GameBoy se tratara. Esto, que seguro que a usted le ha pasado, también nos ha sucedido a todos, pero aún hay más. Imagine cómo vislumbran esos mismos niños la muerte, la violencia y las violaciones humanas más atroces de las que ellos mismos son protagonistas, sea activa o pasivamente. Imagine qué sensibilidad pueden tener frente al asesinato, la sangre o la vida humana. Están absolutamente insensibilizados frente a todo lo que nosotros querríamos no estarlo nunca, aunque si tuviéramos que ponernos en su pellejo lo haríamos con la misma presteza que ellos, no lo dude.

Este es una caso extremo en todos los sentidos, pero creo que lo suficientemente elocuente como para demostrar que entre un teórico horror y la asunción del mismo como una realidad a lo sumo desagradable existe un eslabón insoslayable: la sensibilidad, o la sensibilización. O a la inversa, la insensibilización. Insisto, no nos engañemos, el hombre se adapta al medio, a las necesidades, e incluso al teórico horror. La lidia taurina está integrada en la sensibilidad humana (especialmente la española), porque forma parte de nuestra cultura, de nuestra vida, de nuestra iconografía, de nuestra realidad. Puede que los aficionados seamos un tanto insensibles… pero no creemos defraudar ningún dogma ni ético ni moral. Esta es la justificación de la fiesta nacional, y la razón de que nuestra sensibilidad esté trascendida por un traje de luces, un caballo, la garrocha, el capote, el trapo rojo y el acero semicurvo con el que el torero da muerte a su enemigo en la arena.

02 enero 2007

LEVE, BREVE Y SENCILLO. Política

Auguré, auguramos, que el fin del “proceso de pazzzz” tendría esta triple rúbrica. Justo las tres características contrarias que publicitó (nunca mejor dicho) ese señor tan mentecato que preside el Gobierno de España. Daba la impresión que el fin de este “pacto con el diablo” iba a ser tan leve, tan breve y tan sencillo como el alcance intelectual, la lucidez y el pensamiento de nuestro célebre presidente, respectivamente. Pero desafortunadamente no ha sido así. Breve sí. Sencillo también. Pero leve, de ninguna manera. Eso sí, aun estamos a tiempo (que lo estamos) para que el “roto, liquidado, acabado” proceso de nuestros dolores vuelva a recomponerse en cualquier momento, y si es en vísperas de elecciones (que lo será), mejor que mejor.