04 agosto 2007

TODOTERRENOS SOVIÉTICOS. Política

Antes de irse de vacaciones, el Gobierno ha aprobado una batería de medidas medioambientales tan ambiciosa como, presumo, ineficaz. Ni he leído, ni pienso leer, todo este catálogo de bienintencionadas iniciativas. Resulta bastante sintomático que en una reciente entrevista en la que un periodista le apuntó a la Ministra de Medio Ambiente que España es el país europeo que más incumple el Protocolo de Kyoto, aquella sólo atinara a responder que “estamos en condiciones de cumplir con Kyoto”. Fórmula muy airosa, aunque poco convincente, de intentar enmascarar el fracaso de la eterna cháchara con la que el socialismo nos martillea los tímpanos día tras día.

Entre este arsenal de medidas contra el ecoapocapipsis me ha llamado espacialmente la atención la referida al gravamen sobre la matriculación de vehículos en función del “CO2” que emitan, es decir: cuanto más humo tire el aparato más cara le saldrá la matriculación al dueño, salvo que se trate de todoterrenos, motos acuáticas o quads, en cuyo caso el adquirente estará obligado a pagar el máximo de la tarifa prevista. ¿Qué ocurre, que estos tres tipos de vehículos contaminan más que un tractor o una furgoneta? No. La cuestión es que el Gobierno quiere presionar fiscalmente al que compre este tipo de artilugios sobre la base irrefutable de considerar que se trata de “caprichos para ricos”. Ésta, que fue mi primera impresión, se vio corroborada en la SER la misma noche que salió la noticia. Uno de los tertulianos (J.M. Brunet) defendía con convicción inquebrantable la medida del Ejecutivo, a lo que otro replicó: “Es cierto: uno puede tener un todoterreno para ir al campo o a la montaña, pero no es apropiado que vaya a trabajar al centro de una gran ciudad con él”, a lo que los demás asintieron como si aquello fuera lo que estaban intentando decir y no se atrevían. ¿Se dan cuenta? ¡La izquierda diciendo qué es conveniente y razonable hacer con las propias cosas! La SER sentando doctrina sobre qué tipo de coche tiene que comprarse cada cual, para qué y para cuándo. ¡Es el colmo! ¿Hasta qué punto puede llegar la sovietización del progresismo español? ¿Cuál va a ser la próxima recomendación de estos neomarxistas por el bien de la humanidad? ¿Cuándo se dará cuenta la izquierda que cada uno puede comprarse lo que quiera, en la cantidad que quiera y utilizarlo para lo que le venga en gana siempre que no contraríe la ley, la moral o el orden público?

Tras todo esta recalcitrante monserga marxista no está sino la eterna lucha de clases que tan viva se encarga de mantener el socialismo, y que en este caso no pasa de ser simple rencor de quienes no tienen un todoterreno o una moto de agua (con lo que les gustaría…) y los que pueden permitirse el “lujo” de comprarse uno de estos aparatos.