En vez de presidente del Gobierno, Rodríguez tendría que haber sido “cuentacuentos”, modalidad teatral que ha proliferado bastante en los últimos años. No sólo porque nos intenta contar cuentos de poco en poco sino porque, además, suele inventar fábulas y milongas con las más variadas y peregrinas excusas.
La última: hay que modificar la Constitución porque es intolerable que hable de disminuidos sensoriales y no de discapacitados. Qué razón tiene Rodríguez, qué oportuno es, qué tino, qué corrección política la suya… Impecable. Disminuidos y discapacitados. Discapacitados y disminuidos. Viva el trile de conceptos. Y si en el trile hay que meterle mano a la Constitución, pues mejor que mejor. Dónde va a parar. El pueblo español, en su unidad de destino universal (que decía el otro), encarnado en la divinidad ZetaPetiana, reclama noche y día que lo de “disminuido” se cambie por lo de “discapacitado”. Las calles y las plazas de los pueblos están abarrotadas por masas de ciudadanos reclamando este tipo de reformas. Pero sólo ZP, sólo el Mesías de nuestra Era, ha tenido el coraje de alzar la voz para hacer cesar esta situación torticera e inadmisible.
Mañana por la mañana, Rodríguez nos preparará otra emboscada para modificar la Constitución o lo que haga falta. A fin de cuentas, Él es la luz que nos guía entre la oscuridad ultraderechista pepera que amenaza nuestra civilización. Ay, qué haríamos sin Él, y de qué escribiría yo si no…
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