Llevo un semana leyendo análisis de los “noes” francés y holandés entre derrotistas, apocalípticos o, cuando menos, decepcionados. No me gusta nada este decaimiento, aunque me gustan mucho menos las opiniones de los que siguen con la sonrisilla puesta a sabiendas de que si a la baraja no le quedan más ases, abren otra, y entre los ases y los comodines aún pueden ganar la partida como si nada. Por eso, mi mensaje a los decepcionados es que la UE no se disolverá por esto ni por nada (lamentablemente). La UE es un tinglado organizado a espaldas de los ciudadanos a los que sólo les importa (nos importa) recibir pasta. Cuando se acaba el chollo, la Unión deja de ser atractiva y legítima, se le rebotan las células del gran Leviatán y piden su defunción. Ay, Dios mío. Esto había que haberlo pensado antes, señores. Y no ahora, que por decir, se ha dicho incluso que podría volverse al sistema de las monedas nacionales de toda la vida (como recordó nostálgico Paco Umbral hace días). Y la UE no se disuelve porque los euroburácratas tienen una extraña filia a favor de este engendro que, sinceramente, a servidor no se le alcanza para saber a qué responde (aparte del sueldazo que se retiran el día 1 de cada mes).
La UE es un puré informe que trata de perpetuarse contra viento y marea. Uno, que es no euroescéptico sino antieuropeísta hace 15 años, siempre tiene que explicar su postura echando mano de la teoría política, que dice que una sociedad es tanto más fácil de legitimar cuando menor sea el número de sus miembros. Y no sólo de legitimar, sino de organizar y mantener, que es más importante. No se trata de que nos volvamos locos y nos empecemos a dar besos en la boca con los países de nuestro entorno por haber creado la Unión Europea. Qué guay! ¿Y ahora qué? ¿Cómo le explica usted al españolito de a pié que la Comisión no nos deja pescar más anchoa, o que no nos deja sacarle a las vaquitas asturianas toda la leche que pueden dar, o que la aceituna que les sobre a los campesinos de Jaén la tienen que tirar porque en Italia y Grecia no les ha ido la cosecha como pensaban? ¿Cómo se le explica a servidor que se van a cargar nuestro Código Civil de 1889 para aprobar uno común para toda Europa basado en no se sabe qué janjaneta? ¿Cómo le decimos ahora a pacenses, cacereños y andaluces de oriente a occidente que las perritas de la madre Unión se las tenemos que dar ahora a los países menos favorecidos (que no son ni más ni menos que lo que fuimos nosotros entre 1984 y 1999)? ¿Y cómo se lo explicamos a los franceses y holandeses? No hace falta, ya lo saben. Suerte que en Alemania no se lo han preguntado al pueblo, porque desde la recesión en la que se encentran sospecho que el resultado no hubiera diferido del de aquellos.
¿Cómo explica usted, señor euroburócrata, que la Unión ya no nos va pagar las líneas férreas ni las circunvalaciones de las grades urbes? Pero hay más: ¿cómo explicar que ahora somos nosotros los que tenemos que pagárselas a los letonios, estonios, lituanos, rumanos, húngaros y…turcos! Pues eso, que hasta que lo de la alianza de las civilizaciones que tanto le guata a ZP no exista (o sea, nunca), esto no podrá existir. Lo he sostenido hasta la fecha y lo seguiré sosteniendo hasta que la alianza de las civilizaciones tenga lugar.
Pero no pasa nada. Eurófilos del mundo: paciencia, que esto lo van a arreglar sí o sí. De lo que pueda pasar luego a mí que ya no me cuenten nada…
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