Me encanta esta enumeración tan suya que ha hecho Albert Boadella para referirse al nacionalismo catalán. Resulta esperanzador que alguien alce la voz contra cualquier nacionalismo sin tener que ser tachado de nacionalista del otro bando. A pesar de ello, la iniciativa de Boadella y compañía ha intentado ser sofocada de inmediato tanto por el PSC como sobre todo por ERC. Pero lo que quiero hacer es aprovechar los principios de este manifiesto para hacer dos reflexiones en torno a la cuestión.
Primera, la denuncia de estos “intelectuales” contra la marginación sistemática que sufren los insumisos del nacionalismo, como ha dicho Félix de Azúa, debería ser extrapolado al PP, es decir, creo que tanto en Cataluña como en el resto de España, la confesión pública de cualquier crítica hacia la progresía rancia del PSOE o a favor de los planteamientos del partido de Rajoy suele ser objeto de censura automática. En Cataluña, según tengo entendido, el mínimo indicio de comunión con el Partido Popular es lo más parecido al “delito de estragos masivos contra la humanidad”, el equivalente al anatema merecedor de la muerte civil, o cuando menos del oprobio público y del escarnio en cadalso. La libertad, tanto para disentir como para hacer seguidismo de cualquier idea, grupo o partido es idéntica para ser un progre que para pensar que el retroprogresismo no funciona y que es tan caduco como la apelación que hacen sus adeptos del componente franquista de cualquier simpatizante del PP. Es francamente cierto que mucho votante del PP aún piensa en eso de la España “una, grande y libre”, pero también que el 95% no tiene nada que ver con esto. De la misma forma que mucho progre en formol sigue proclamando lo de la igualdad de las clases y la socialización de todo bien o servicio público (mientras amortizan su patrimonio aprovechándose de las necesidades de quien no tiene para comprase una vivienda y cenan en restaurantes de a 60 € per cápita). Si es que lo de los progres es digno de un profundo estudio sociológico. El propio Boadella tiene dicho, que la mayor aspiración que él tuvo como progre es la de acostarse con las mujeres de sus amigos y éstos con la suya.
Y la segunda de las reflexiones que se pueden hacer a partir de las críticas que ha recibido este manifiesto, es más bien un silogismo para destruir un sofisma, a saber: dice una tal Lidia Santos, del PSC, que ellos no son nacionalistas sino catalanistas (sic). Bien. Veamos: Premisa mayor: “Cataluña es una nación” (eso dice el PSC); premisa menor: “el PSC es catalanista”; conclusión: el PSC es nacionalista, puesto que Cataluña es una nación. Así de fácil. El PSC no puede engañar a nadie (bueno, sí) porque esto lo entienden hasta Los Lunnis. Pero, claro, si les quitamos la Filosofía a Los Lunnis, ni ellos serán capaces de discernir entre el engaño interesado y la verdad.
1 comentario:
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