A ZP, que tanto le gustaba el sonido de las calles cuando era un pancartero, ahora tiene pancartas una semana sí y otra también. Y lo que más le irrita es que ahora se encuentra en la obligación de escuchar el sonido de las calles. A la expresión popular debe dársele el mismo valor se esté en la oposición o se esté en el Gobierno (aunque sea por accidente). Así como a los del PP se les achaca tradicionalmente toda una retahíla de siniestros antecedentes (que si sucesores de Franco, que si carcas, que si miembros del Opus, que si reaccionarios, y otras lindezas del mismo calibre), a los del PSOE hay que atribuirles también un triste pedigrí: el retroprogresismo rancio, la trasgresión gratuita, la innovación sin sentido, y sobre todo el “pancarterismo”. Toda la vida metidos en este fregao, y cuando se sientan en el sillón de mandar y les convoca la oposición varias manifestaciones empieza a darles la taquicardia. Y digo que a ZP le ofusca el ruido de la calle porque él se creía que lo de las manifestaciones era una cosa reservada a los izquierdosos para “dar por c…” al Gobierno cuando les viviera en gana. Pero ay amigo, las cosas cambian y ahora es cuando tienes que sacar el talante, si es que lo tienes. Porque resulta bastante extraño que en la primera manifestación que les hizo el PP, la de enero, el Delegado del Gobierno ordenase detener a dos miembros del PP de la localidad madrileña de Las Rozas. Que esa es otra…
…porque lo de el Fiscal general del Estado (o mejor, del Gobierno) no tiene nombre. Le ha dado por justificar esta detención diciendo que cualquier sujeto vociferante es sospechoso de haber cometido la agresión fantasma a Bono. Siguiendo este criterio tan democrático tendrían que haber detenido no a dos, sino a doscientos, porque los que se acordaron de la madre del ministro de defensa en aquella manifestación no fueron sólo dos. Además, choca mucho que en un año de derechos, como lo calificó el propio ZP, existan atropellos de esta naturaleza. Vamos a ver si me enterado: o sea que si vas a una manifestación y te cagas en lo más barrido dirigiéndote a un ministro: a la cárcel. Andanda, cuidado! Si Conde Pumpido se pasa por cualquier estadio de fútbol un domingo, llena un camión de futuros presidiarios. Qué barbaridad. Y luego es él el que sostiene hasta el hastío que para ilegalizar a unos terroristas hay que tener pruebas. Pues ya las tiene: gritan y vociferan! La voz de su amo.
Así que, lo único que nos queda por escuchar es que también se considere sospechosos a los que lleven el pelo largo (esos melenudos), a los que tengan pinta rara (v.g, el que tenga pinta de votar al PP), el que tuviera un abuelo que hubiera luchado en el bando nacional (porque los que tengan abuelo republicano están a salvo, claro), a los que tengan un apellido compuesto que induzca a pensar que pertenecen a algún encaste derechoso, etc. Si ya lo dijo ZP: ahora sí que vivimos en un verdadero Estado de Derecho, con un Delegado del Gobierno que instiga detenciones selectivas y con un Fiscal General (votado por consenso, como prometió en campaña) que utiliza unos criterios de dictadura sudamericana para detener a la gente, y en cambio emplea un laconismo insultante para ilegalizar a una banda de terroristas disfrazados de Nekanes y Eneritzes.
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