04 agosto 2005

CONCEPTOS DEL ARTE. Cultura

Siempre me ha dado rabia que ciertas cosas, formas o actividades se hayan tenido por “cultas” y que otras de la misma naturaleza, hayan sido despreciadas y marginadas por sistema. Seguramente, los conceptos del arte se bambolean con las épocas, y sobre todo por las modas.

No hace falta remontarse mucho en el tiempo para recordar cómo el fútbol ha sido contemplado como un entretenimiento de dudosa reputación, mientras el otro de nuestros espectáculos patrios por excelencia, los toros, se han considerado como algo reservado a las clases ilustradas, que antaño fueran las pudientes. Resulta chocante, de la misa manera, comprobar el desdén con la que se ha tratado a la Zarzuela frente a su “hermana rica”: la ópera. Y considero el colmo, que ser crítico de cine o de libros sea lo más cool del mundo, mientras que alabar un disco sea cosa del vulgo adolescente y postadolescente. Me niego. Es sumamente irritante que a Mozart se le considere como un genio, y que no gocen de la misma fama, ni mucho menos, compositores como Jeff Buckley o Elvis Costello, por señalar a dos autores de características musicales semejantes a él. Es ridículo comentar en voz alta que “Million dollar baby” es una obra maestra, así como suena, y no poder decirle a nadie que el disco “Nashville” de Josh Rouse también lo es (si es que entendiéramos que aquella película también lo es).

Por eso, como el arte es una cuestión de modas y una especie de imposición de unos frente a otros, hoy ya sabemos que el fútbol es un deporte (y en ocasiones un arte, según quien toque la pelotita) jaleado por intelectuales (de los de verdad). A nadie se le oculta que la Zarzuela es idéntica a la ópera (tanto en composición como en interpretación, aunque variando la temática). Pero sigue existiendo la “comunis opinio” de que la música moderna es algo de la chavalería del mp-3 en el bolsillo y de los pastilleros que se menean a golpe de “chumba-chumba”. Pues bien, eso es precisamente lo que me ha dolido siempre: ser crítico de novelas es bárbaro, pero serlo de discos es una banalidad intelectual. Pues no señor, ni hablar. Si se pone el mismo rigor en ambas actividades el producto es idéntico. Idéntico.

Como servidor, de novelas ni sabe ni quiere saber, me dedicaré a partir de ahora y aquí mismo a homenajear ciertas obras musicales que merecen el mismo trato que cualquier película o que cualquier novelilla por best-selleada que ésta sea. Así que me ocuparé regularmente de comentar una serie de discos que por una circunstancia u otra pertenecen, a mi juicio, a la aristocracia de la música actual. Espero que así pueda compartir con otras personas aquello que admiro.

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