
El disco es compacto, coherente, aunque los arreglos de cada canción la llevan a una textura distinta: así, las más acústicas como Billy Bob a raison, Hors la vie, Je ne t´ai pais aimé o Des lendemains qui chantent, son pura chanson ilustrada; las sofisticadas Chaise à Tokyo y Little darling resultan inquietantes, diveridas y sorprendentes; la sutilidad de los temas de piano (entre los que destaca La vanité por su sencillez) constituyen el contrapunto del resto del álbum; y, en fin, las más profundas y envolventes, como La pénombre des Pays-Bas y Négatif, podrían ser interpretadas incluso por una orquesta nacional.
Sin duda alguna, uno de los mejores discos de esta década. Una joya espléndida en mitad de los años 2000 que le obligan a uno de cambiar muy gustosamente de parecer cuando de vez en cuando piensa que en la música ya está todo inventado.
Se editó una edición especial de este disco en la que se incorporó un segundo Ep de 7 temas, algunos de ellos encantadores (La dérive des continents, Les insulaires y Holland Spring) y el resto de bastante peor calidad, del estilo que Benjamín incluiría después en “Home” (2004) y “A L´origine” (2005), muy inferiores ambos a Négatif, aunque también con temas interesantes.
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