El "raulísta" es una especie en extinción, afortunadamente. Lo de estos “rebeldes sin causa” es terrible, hasta el punto de que yo les recomendaría que fueran a un buen especialista, que no se preocupen, que la cosa tiene remedio, pero que ellos tienen que poner de su parte. A lo que voy, este tipo de fanáticos (porque lo son, ya que no les queda otra forma de defender a su ídolo), además de lamentables, son altamente peligrosos y emplean todo tipo de tretas para confundirnos al resto.
Bajo el título “Raúl marca el ritmo” leí el otro día un artículo de uno de esos raulístas que deben quedar por ahí sueltos, en la que si uno no tuviera dos ojos (¿…?) y un cerebro sano, se pensaría que estamos ante un buen futbolista. Pero no. El artículo dice lo siguiente: “Raúl marca el ritmo dentro y fuera del campo. Sus exhibiciones en las sesiones de entrenamiento servirían para grabar un vídeo y ponerlas como un ejemplo. Desde el primer momento se ha mostrado muy superior al resto. Lógico, se cuida como pocos en el verano […] y las agujetas son un ser extraño para su cuerpo. Es disciplinado como ninguno y siempre arranca con ventaja sobre le resto de los compañeros”. Y añade en otro inciso de la columna: “Su excelente capacidad anaeróbica [es] ideal para el fútbol, y también es muy buena su capacidad aeróbica”. Supogo que al periodista se le empaparía el teclado del ordenador, por lo de la baba, digo.
Lástima que reúna todas estas cualidades para la práctica del fútbol, porque aunque tenga una excelente capacidad anaeróbica y aeróbica, de jugar al fútbol, nada de nada. Que se dedique al golf, o a la petanca que está más necesitada de promoción. Pero que deje el fútbol lo antes posible, por favor, por caridad. Mi corazón no lo aguanta más, me lo ha advertido mi cardiólogo, porque él está igual que yo.
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