Si algunos aseguran que el dinero no da la felicidad, también suelen decir que, por lo menos, ayuda a conseguirla. Y si no que se lo cuenten a Roman Abramovich, el archimillonario magnate del petróleo al que hace dos años se le antojó comprar el equipo de la zona posh de Londres. Todos los que asistimos al abordaje ruso en el Chelsea, recordamos aquella operación como la del millonario extravagante que, aburrido de tenerlo todo, sólo le queda comprase un club de fútbol. No sólo adquirió todas las acciones del club sino que también se hizo cargo de todas sus deudas, motivo por el cual el equipo se encontraba en una situación económica delicada. A partir de ahí, comenzaron los fichajes al estilo del Real Madrid (aunque de momento no ha llegado a comprar jugadores del mismo nivel) pero tras unos cuantos fallidos en los que se gastó todo lo que le pidieron, las cosas no funcionaron: fue eliminado de la competición europea y sucumbió ante el Arsenal en la Premier League. Sin embargo, al año siguiente haría la incorporación más importante de todas: la de Mouririnho, entrenador de escasa reputación pero que acababa de ganar la Copa de Europa, en mayo de 2004. El técnico portugués ha tenido las cosas claras desde el principio, le exigió a Abramovich los jugadores de su gusto y el ruso se los sirvió en bandeja (Drogba, Kezman, Carvalho –por el que se abonó al Oporto 5.000 millones de pesetas, cantidad que el Madrid se negó apagar en rotundo-, o Robben). Nada de estrellas consagradas, sino jugadores prometedores, que además han cuajado. Pagó por ellos lo que fue necesario, y más.
El luso ha organizado un equipo a la europea, es decir, más eficaz que los equipos ingleses al uso: muy sólido atrás y con un gran contragolpe (que se lo digan al Barcelona). Una amplísima plantilla en la que casi todos juegan y en la que los cambios de piezas se han hecho de forma inteligente, no como sucede en el Madrid en el que ciertos jugadores juegan siempre por Decreto. Esta fórmula no sólo ha funcionado, sino que ha devastado los campos de juego ingleses. Han goleado a casi todos aquellos que se han cruzado en su camino. La columna vertebral del equipo la han compuesto el portero checo Cech, los defensas Terry y Carvalho, el equilibrado centro del campo compuesto por Makelele (el mejor medio defensivo del Europa) y Lampard (extraordinaria aparición, el mejor de todos, sin duda), y una delantera con ambición: Robben y Drogba. Con este plantel, el Chelsea ha conseguido la segunda liga de su historia, algo de lo que dudábamos muchos. Y aún les queda la Champions…Por eso, lo del Chelsea de Abramovich no es un milagro, pero sí un caso ejemplar.
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