A la gente le gusta complicar las cosas hasta tal punto que uno ya no sabe si tienen razón. Lo digo por todo este jaleo que se ha organizado con lo del futuro vástago de los Príncipes de Asturias. Y es que todos los que abren la boquita en cualquier tertulia radiofónica o televisiva dicen lo que primero les viene a la cabeza. Causa cierto estupor oír a gente bastante desorientada en el tema, hablar con “solvencia” de la reforma constitucional, cuáles deben ser los ritmos de su modificación, cuál debe ser la técnica legislativa utilizada o incluso si los Príncipes deben abstenerse de concebir a otro retoño hasta que no se hayan atado todos los cabos debidamente.
Vamos a ver, si la cosa no es tan difícil. Si tienen una niña, ésta será la sucesora. El tema está en que la cría tuviera después un hermanito varón. En este caso, la Constitución prefiere al niño sobre la niña. La reforma de la Constitución, en este punto, no requiere de especiales filigranas: con suprimir la frase “el varón será preferido a la mujer” el problema ya estaría solucionado. Eso sí, esto habría que hacerlo antes de que naciera el segundo hijo (el varón), para evitar lo que algunos han criticado de atribuir efectos retroactivos a dicha reforma. No creo que hubiese problema en ello, pero para ser más cuidadosos sería mejor la otra solución. En cualquier caso, como ha dicho el Rey, hay tiempo de sobra y lo que parece indudable es que tendremos que esperar el resto de la legislatura de ZP para disolver las Cámaras y dar cumplimiento a los requisitos que la Carta Magna establece para ello.
Así que, señores tertulianos varios, dejen de hacerse verbenas mentales y dejen la operación a los que saben.
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