Cuando yo era niño, una conocida casa de juguetes hizo muy populares algunos de sus productos, como el “secretitos fever” o la “family fever” que aún se sigue utilizando como expresión de vez en cuando. La “family fever” eran unos muñequillos del tipo de los Famóvil, pero para niñas. En cambio, no recuerdo qué eran los “secretitos fever”, aunque lo cierto es que su soniquete quedó en nuestras cabezas para siempre.
Ayer volvimos a ver los “secretitos fever”, cortesía de ZP e Ibarreche, que tras su reunión discreta, que no secreta, sólo nos dejaron un folio con “muy bien, gracias, ¿y la familia?” Qué manía tiene ZP de entrevistarse discretamente con los personajes más siniestros de España, eh. Primero fue Carod-Rovira, con el que mantuvo una charla pretendidamente secreta pero que cuando la destapó la prensa pasó a ser discreta. Y ahora, con el Lendakari de los vascos (y vascas), que hay que ver también qué taba ha cogido con eso de citar a ambos géneros cuando repite su frases preferidas. Pero, en fin.
Lo que no alcanzo a entender es qué razón existe para que Ibarreche y ZP hayan acordado que su meeting no trascienda. No entiendo por qué juegan a los “secretitos fever”. Es precisamente esta cita la que debería ser más pública que ninguna. Está en juego la organización parlamentaria del País Vasco y la intervención que van a tener los proetarras de las tierras vascas; tenemos que conocer qué es lo que Otegui le comentó a Ibarreche el otro día; es necesario que sepamos cuáles son las intenciones del PNV, con quién pretenden pactar, y si ZP y Pachi López les van a apoyar y en qué. ¿No será que ZP no quiere ponerse en evidencia a una semana del debate sobre el estado de la nación? Lógico. Con qué cara se presentaría ZP en el Congreso de los Diputados para decir que tiene tal o cual arreglo con Ibarreche que, a su vez, se entrevista con los etarras. ¿No será para hacer de mediador entre éstos y aquel, no?
Para que la ETA desaparezca y los Otegui se esfumen de una vez por siempre no cabe en una cabeza medianamente sensata que se pueda negociar nada. La banda terrorista (y con ellos Herri Batasuna, Euskal Herritarrok y sus sucesivas mutaciones) han basado sus reivindicaciones en la doctrina del asesinato. Si, al fin, ZP negociara con ellos, la estrategia de la muerte habrá dado sus frutos: 30 años matando para que, por fin, les concedan lo que han querido siempre. Sería el precedente más siniestro de nuestra democracia. Sería otra rendición ante el terror.
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