Carod Rovira, aparte de la leyenda urbana que ha llegado a suponer el origen de su filiación y apellidos, se está haciendo famoso por los desmanes que él o los suyos cometen un día sí y otro también. Las afrentas contra España, la Constitución, la bandera nacional y todo aquello que no pertenece a su doctrina izquierdoso-marxista van desde lo ridículo hasta lo sacrílego. Carod, además de no tener educación, tampoco tiene ningún respeto al prójimo. No respeta a nada ni a nadie. Me parece muy bien que sea ateo (servidor también) y que presuma de ello, pero lo que resulta inaceptable es que se mofe de los símbolos sagrados del cristianismo (o de cualquier otra religión). Es más, estoy seguro de que le repugna mucho más la católica que el islam (uy los moritos, la han preparado buena en Irán por un rumor sobre no sé qué de un Coran en un váter en Guantánamo). Los consabidos argumentos de la represión secular del clero y de la influencia social que ha tenido y tiene la iglesia católica le ayudan a ello. Ahora bien, la foto que publicaban ayer los periódicos del citado sujeto colocándose una corona de espinas en la cabeza mientras que su bufón Maragall le retrataba, no tiene justificación alguna. Ni en broma puede una persona adulta y en su cabal juicio representar semejante escena. Más aún si se ostenta cargo público y si todo lo que suele decir es rumiado en tertulias y debates durante días.
La burla de Carod la llaman los católicos “sacrilegio”, es decir, faltar al respeto a la iconografía de las creencias íntimas del ser humano. Al “ciudadano Carod”, le trae al pairo lo de la corona de espinas y cualquier otro elemento de la liturgia cristiana. Lo entiendo y me parece perfecto. Pero la mamarrachada de anteayer es nauseabunda. Si quiere pasarse ciertos símbolos religiosos por el arco del triunfo, que lo haga en su casa. Yo también me cago en el “ciudadano Carod” de cuando en cuando, pero lo hago en la intimidad del hogar. Así no molesto a nadie. Si le hicieran a él la mitad de lo que le hizo a los creyentes con esta imbecilidad, habría que oírle (a pesar de que no son demasiado originales los de ERC en sus habituales acometidas: todo es anticatalán y neo-franquista, así de fácil. Ah, y centralista-madridista).
Pongamos por caso que a alguien la da por reírse en público de la bandera independentista de Cataluña (porque para muchos, a lo mejor, la senyera con el triangulillo y la estrella supone lo mismo que para el “ciudadano Carod” la corona de espinas de Jesucristo, o sea: una puta mierda). En vez de escupir encima de ella (que sólo de decirlo ya me resulta oprobioso), ese alguien podría hacerse un bonito calzoncillo de tal forma que el clásico palomino (o frenazo como diría un venezolano) se plasmase sobre la citada estrellita. ¿A que no le gustaría al “ciudadano Carod” eso?. A mí tampoco. Ni tampoco la foto que le hizo el President a su socio en Israel.
Por cierto, no sé qué hace el “ciudadano Carod” en el país de los criminales que someten al pueblo palestino…Lo dicho: “coherencia” es una palabra de intrincado significado, sobre todo para algunos.
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