Dice mi quiosquero que lo mejor de toda la temporada futbolística es el verano. No porque no le guste el deporte rey, sino porque es donde se desarrolla el mercado persa de fichajes y sobre todo esta catarata de bulos sobre los jugadores que, supuestamente, veremos corretear por los campos patrios a partir de septiembre. Confieso que he comprado a diario, o casi a diario, la prensa deportiva durante casi dos años, así que la conozco bastante bien. En efecto, todos los años por estas fechas cada rotativo deportivo se inventa un par de decenas de fichajes, sin fundamento alguno, para tener en vilo al aficionado y de esta forma mantenerle enganchado a la compra del periódico en lo que se denomina el “retiro estival”.
Esto que los periodistas le llaman “el culebrón del verano” tiene una mecánica sencilla: se elige a un jugador famoso capaz de mantener ilusionado al ingenuo lector ávido de que su equipo haga un fichaje de cinco estrellas; se publica una foto bien grande del futbolista, y se machaca la supuesta noticia hasta que resulta evidente que el jugador elegido tiene las mismas posibilidades de fichar por el Madrid como Federico Jiménez Losantos de incorporarse a la SER. Lo más triste es comprobar cómo los fieles lectores del “Marca” o del “As” (no cito a los rotativos catalanes porque sólo me estoy refiriendo a los periódicos, no a los tebeos) se tragan todo lo que les cuentan en estos panfletos, a pesar de llevar no pocos años desayunando o tomándose el "completo" con este tipo de lectura.
Este año “el culebrón” lo protagoniza Robihno, un chavalillo brasileño, a la sazón jugador del Santos, del que muchos dicen que es un figura, incluso comparado con Pelé (sí, el de la Viagra), y que dice estar medio apalabrado con el Madrid desde el invierno.
En fin, aún conoceremos algún que otro supuesto fichaje antes de que acabe el verano. Son los auténticos bulos deportivos, que atribuyen una fama bien ganada a este tipo de prensa.
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