Para el gorgojo grecoromano. Catedrático de sicalipsis. El Neng de Sants.
Que el PSOE es un gallinero ya lo sabíamos, no hace falta que nos lo diga Carod (o como se llame). Anteayer se reunieron dos de los personajes que más dan de sí: ZetaZero y el susodicho. Pues anda que no habré escrito yo artículos sobre la pareja. Lo de el tal Carod es que ya no me alcanza el vocabulario para describirlo: llega a la Moncloa con sus imposiciones estatuarias para recordarle a ZetaPé que como no le apruebe el Estatuto una vez que se lo haya enviado, se las tendrá que ver con él. Hombre, la verdad es que el líder republicano utiliza sus cartas: como ZP les prometió que aprobaría el Estatut tal y como saliera del Parlament ahora no puede echarse atrás, es esclavo de sus palabras, como se suele decir.
El error de ZetaZero es doble: primero, el haberse comprometido a firmarles un cheque en blanco a los nacionalistas catalanes (entre los que se incluyen los del PSC, que por ser independentista lo son hasta de su propio partido) y segundo, el avalar la aprobación de una Ley Orgánica (la que debe aprobar el Estatuto) cuando no es algo que esté en su mano, ya que requiere mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados (pero esto se lo explica Jordi Sevilla en dos tardes…).
Como no solemos tener noticia de estas citas, imagino las reuniones entre estos dos dinamiteros de España (siempre discretas, que no secretas) de la siguiente manera: llega Carod a la residencia oficial de nuestro presidente por accidente, le saluda en catalán, ZP no se entera de lo que le ha dicho y le responde aquello de “mai inglis is veri bad”. Una vez en la sala de reuniones (esa en la que nada más llegar cambió la decoración de arriba abajo, en un gesto de “el buen gobierno” y de la austeridad propia de los de izquierdas de toda la vida), Carod pone los pies encima de la mesa, y ZP se lo reprocha sin excesivo ímpetu:
- Hombre…
- Hombre ¿qué? Cuidadito, eh. No empecemos, que he venido de buen rollo.
A la vista de la actitud del recién llegado, ZP se allana y se vuelve a dirigir a aquel:
- Bueno, pues tú dirás.
- Tráeme un Codorníu, -reclama Carod-.
ZP se queda clavado: “No tengo”, replica el anfitrión.
- ¿Cómo que no tienes?
- A lo sumo una Cruzcampo…
- ¿Una Cruzcampo? ¿Pero qué te has pensado tú de la vida? ¿Para darles dinero a los andaluces? Anda, manda a alguno es estos –señalando a los ujieres- a por el Codorníu!”.
ZetaZero mira a uno de ellos, éste se encoge de hombros, y Carod, a la vista de que se va a quedar sin tomarse su champancito advierte:
- Tampoco pasa nada si es Freixenet, eh.
Una vez en el ajo (también llamado “to be in the garlic”), ZP empieza la conversación, por eso de que al anfitrión le corresponde la cortesía hacia los invitados:
- Pues nada, que…, -comenta-.
- Que qué ¿de qué?, le responde el ilustre republicano. Y cortándole la palabra añade: “Iré al grano: estás en la cuerda floja, necesitas nuestros votos, así que si no cumples lo que te voy a decir a continuación te cortamos el cuello”.
ZP traga saliva y responde escuetamente: “A ver”.
- Toma nota…
Dicen que la reunión duró hora y pico. A la salida, Carod comparece desde la ventanilla de su coche oficial mientras arranca el vehículo, y con una sonrisa de oreja a oreja apunta: “La conversación ha sido muy cordial. Adeu!”.
Así funciona hoy España, señores. Aunque yo tenga una imaginación bastante viva, lamentablemente así funciona (Codorníus y Cruzcampos aparte).
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