18 julio 2005

UN PLAN DE CHINOS. Política

Los votantes socialistas sostienen con vehemencia que la masacre del 11-M no tuvo una finalidad electoral. No es que se hayan puesto de acuerdo todos a la vez, sino que les resulta más decoroso pensar que su equipo ganó 5-0, a ser conscientes de que han ganado de penalti injusto en el último minuto de la prórroga y mientras el portero se estaba atando la bota. Pero para inventar fábulas ya están El País y la SER, así que pronto idearon una coartada para justificar su victoria electoral. Ambos medios propusieron una tesis oficial de la que se deriva otra oficiosa.

La primera de estas hipótesis viene a decir que el número 11 tiene un componente totémico para los integristas musulmanes y que, por tanto, es el día proféticamente óptimo tanto para pegar un pepinazo como para casar a una hija. La segunda teoría, que no pasa de ser un derivado de la anterior y que juro haberla escuchado de una “progre de pro”, se limita a señalar que a los moros les gusta el número 11 y que, de la misma forma que echaron abajo las torres gemelas tal día, los próximos atentados se cometerían en esa misma fecha: un 11 de cualquier mes. Hay que ser tarugo para tragarse esta patraña, y mucho más para irla contando por ahí. Pero en fin. Para lo del atentado del 7-J en Londres aún no tienen teoría/excusa, pero ya se les ocurrirá algo.

Ni que decir tiene, claro, que hay otros que pensamos justamente lo contrario, y que ya aclaró “Aznar I, el innoble” en la comisión de investigación (sic!) del 11-M. Si las elecciones se hubieran celebrado un jueves, los atentados se habrían perpetrado el lunes. Por eso nos cuesta pensar que tal estrategia de “a siete bandas” se les ocurriera a cuatro revientacerrajas de Lavapiés. Pero eso es otro cantar.

Y así estaban los progres hasta hoy: con la baba haciendo charco por su presidente por accidente; con su Corte Celestial de ministros/as amateurs de cuota; con su política de “viva la República del 31”; con su juego de “todos a por el PP”; con sus camas redondas con independentistas de variado pelaje, y con su lección aprendida de carrerilla de que los atentados de aquel día de marzo fueron lo mejor que nos podía pasar a tenor de la vileza de aquel presidente de la mayoría absoluta que teníamos, de cuyo nombre no quieren acordarse. Pero como esto no hay mente humana virgen de la lectura de El País y de la escucha de la SER que lo asuma, pues resulta que la policía acaba de encontrar (o por lo menos nos acabamos de enterar de que acaba de encontrar) unos documentos en el ordenador de “El Chino” en los que se refuta de plano la tesis socialista/polanquista. Dice el suicida que los atentados se reivindicaron con celeridad para lograr su fin: “poner fin al gobierno del innoble Aznar”. Añade, para que no queden dudas, que con estas acciones “cambian Estados, destruyen a otros con la ayuda de Alá e incluso deciden el futuro de la economía mundial”. Aquí, la jugada "a siete bandas" les salió redonda.

La noticia era portada en El País del sábado, así que una vez que los zetapetinos ya no desconocen estas circunstancias, les pregunto: ¿Aún siguen pensando que la masacre del 11-M no tuvo como objetivo exiliar a Aznar?

Pero no desesperen: El País y la SER todavía pueden contraprogramar con algún bulo que se les ocurra. Ahora les toca teorizar sobre el porqué de un atentado en una fecha que no era la prevista: un 7 de Julio. Qué suerte, los polancos lo tienen francamente fácil esta vez: ¿7 de julio? ¡San Fermín! Riaú-riaú!

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