Lo que le pasó anteayer a Federico Trillo en el Congreso la verdad es que no tiene nombre. Entre la encerrona que le prepararon los de siempre, y unos individuos bastante siniestros patrocinados por Rubalcaba, creyeron que lo iban a sacar en camilla. Pero de eso nada. Trillo, que tiene formación militar indisimulable y un aplomo castrense que tira de espaldas se encaró con la tropa (en este caso unos soldaditos rasos amotinados) y con la soberbia con la que nos echaba la bronca un teniente coronel que tuve en la mili, dejó a sus adversarios mirando hacia el suelo y tragando saliva.
Pero la cosa no acabó ahí, el PSOE invitó previamente a una serie de familiares de los fallecidos en el accidente para darles el gustazo de que pudieran despacharse con el ex ministro de defensa de la forma que mejor les pareciere. En este cara a cara de pelea discotequera por los pasillos del Congreso, Trillo mantuvo la misma entereza que demostró minutos antes, aunque ya se le veía notablemente inquieto.
Ante todo este atropello, el presidente de la Cámara Baja, con una admirable crítica hacia su propio partido (el PSOE) calificó de “emboscada” esta especie de trampa que se le pretendió tender al supuesto responsable del accidente del Yak-42. Marín ha invitado, incluso, a que sus compañeros pidan disculpas al PP por haber metido en aquella comparecencia a una par de sujetos que menos atizar a Trillo le dijeron de todo. De todo menos guapo, como se suele decir.
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