10 abril 2005

EL MADRID-BARÇA: 9 CONTRA 11. Fútbol

No estoy de acuerdo, y lo he dicho antes de que muchos se subieran al carro de que el Madrid está acabado, con la super revolución que la prensa deportiva (auténtico poder fáctico en esta materia) está reclamando en el equipo capitalino. Me encuentro entre esos que desde que el pay per view es pay per view he tenido que buscarme la vida para poder ver todos los partidos del Madrid en algún bar. Así que tras unos 60 partidos vistos por temporada del Madrid sé de lo que me hablo. Parece que esta temporada están saliendo a relucir las vergüenzas que llevo denunciando, no sin oposición de mis colegas de grada, durante años. Sí, sí, durante años. A algunos los he criticado desde hace más y a otros mas recientemente.

El principal y más acusado defecto, grave defecto, del Madrid son sus dos delanteros: los sacrosantos Raúl y Ronaldo. Dos sujetos que viven de la fama de tiempos pasados. El caso del primero es el más sangrante de toda la plantilla, y quizás el de toda España, porque también afecta a la selección nacional. Recuerdo que Raúl fue un jugador muy bueno, pero sobretodo un jugador muy efectivo. Sin embargo, también recuerdo que dejó de ser el mejor jugador español cuando, por poner una fecha aproximada, Mendieta se erigió con ese honor allá por el año 2001. Naturalmente se trata de una opinión personal, pero por aquel entonces no había duda de que el entonces jugador del Valencia jugaba de lujo. A partir de entonces y hasta la fecha, Raúl no ha podido recuperar, ni por lo más remoto, el nivel que le hizo famoso (con justicia, eso sí). Deambula como alma en pena por los campos de fútbol ofreciendo una imagen deplorable que justifica (y sobretodo le justifican) con excusas variopintas. Es penoso. Y ya no es que no marque goles (no hay más echar un visazo a sus números en los 4 últimos años para contemplar su línea descendiente en este sentido) sino que no juega ni al teto. Por eso, lo que más me irrita es la actitud de aquellos que se enrocan en su insólita defensa como si fuera el propio Maradona (salvo mi querido amigo Gabriel, que ese sí que sabe).

Lo de Ronaldo es parecido pero con matices. Comparar al Ronaldo que jugó en el Barcelona con el que llegó al Madrid, es comparar a Dios con un gitano, es comparar a Pelé con Iván Campo. Reto al que no haya visto muchos partidos del Madrid ha llevar a cabo el siguiente análisis: cójase un partido cualquiera; véase, y podrá comprobarse que Ronaldo recibe unos 20 balones (pongamos por caso, que además es una cifra aproximada). A continuación podrá observarse que el brasileño pierde 19 de esos balones y que, generalmente, pone el otro dentro de la meta contraria. Para muchos, esos es suficiente. Para mí, no. La lamentable forma en la que pierde los 19 balones son lo más parecido a ver a un jubilado de 70 años jugar al fútbol. Un saco de piedras con nombre y número a la espalda. Es descorazonador. Y ya no digamos cuando no marca ni un gol durante más de un mes. Apaga y vámonos.

Así que, jugar el derby de hoy con los dos intocables es jugar con dos menos. Es jugar 9 contra 11. Florentino échalos, por misericordia, haz el favor.

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