Estos últimos días parece que no pasa uno sin que la más popular de nuestras ministras lance una de sus ingeniosas ideas. Lo último es lo de los pisos (¿?) de 30 m², en los que ciertos elementos serían comunes (baños, cocinas, lavaderos, etc). Uno, además de pensar en lo que fue la política soviética en su momento, se pregunta: ¿estas son las famosas soluciones habitacionales del Gobierno? o ¿más bien son las soluciones nicho-ridículo-habitacionales? Además, ¿qué necesidades se supone que cubrirían estas covachas? ¿quiénes se supone que serían los interesados en estos chollos urbanos? ¿en que se diferencian estos cubiles de una pensión? ¿serían viviendas o dormitorios?, es decir ¿se podría vivir en estos habitáculos o sólo se puede pernoctar?. ¿Alguien apuesta a comprobar si esas cápsulo-habitaciones no serían utilizadas para otro tipo de fines? Si no se puede vivir en ellas, lo más fácil es pensar que serían alquiladas para cubrir menesteres que no requiriesen de mucha permanencia en el dormitáculo, no? Dicho de otra forma, estas guaridas de la posmodernidad socialista se utilizarían como picaderos de veinteañeros o a modo de chamizos de fin de semana. Ya me lo imagino, ya.
Además, la ministra se pasó ayer por la feria de la construcción de Barcelona, y para animar a los arquitectos esos que inventan imbecilidades con la única finalidad de crear polémica, les suscribe un acuerdo para promocionar el complemento ideal de los nicho-pisos: que tengan una altura de 5 metros, como las peceras. O sea, que ahora los pisos ya no se venderán por metros cuadrados, sino por metros cúbicos. Eureka!
Para colmo, estos pernoctródomos han sido bautizados con una especie de acrónimo de “apartamento”: los APTM, llamados así porque ni siquiera el nombre completo cabe en el piso.
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