Uno de los datos más interesantes que arrojan los resultados electorales vascos ha sido la pérdida de votos del PNV. Puede comprobarse fácilmente cómo sus 4 escaños perdidos han ido a parar a PCTV/EH/ETA (3) y a ARALAR, que se estrena en la Cámara con uno.
No resulta fácil justificar este trasvase de votos si se tiene en cuenta que el electorado del PNV es bastante fiel al mismo. Sin embargo, si prestamos un poco de atención podemos observar que en las últimas elecciones, el ascenso del PNV ha discurrido paralelo al descenso de EH/ETA, y viceversa.
Tampoco resulta demasiado convincente que exista una masa de electores que se vuelquen sucesiva e indistintamente a favor de los aberchales de Ibarreche o a favor de los aberchales radicales. Pero lo cierto es que es así. Es claro el efecto de los vasos comunicantes entre ambas opciones nacionalistas aunque resulte incoherente. Es decir, cuando los electores aberchales pensaron que Ibarreche era el único que podía conseguir algo en el camino hacia la independencia/segregación, le votaron. A la vista de que todas sus propuestas han fracasado y no se ha avanzado en nada, han cambiado de estrategia y se han inclinado hacia las posiciones más radicales.
Todo esto demuestra que al ciudadano nacionalista vasco, cualquiera que sea su opción inicial, sólo le importa que se lleven a cabo sus reivindicaciones sin ser relevante quién las tenga que llevar a cabo ni de qué manera. Le da igual votar a un partido carlista (como dignos sucesores de su fundador Sabino Arana) o comunista, marxista/leninista, o incluso estalinista, maoista, o lo que se presente. A los de la boina o a los del pasamontañas. Por las buenas o por las malas. A tortas o a tiros. Si Ibarreche no ha podido, el PCTV puede ser una buena alternativa, aunque ello suponga una incoherencia política gigantesca.
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