De vez en cuando nos toca escuchar ciertas cosas que a uno le dejan tieso. Algunas no tienen la más mínima importancia aunque resulten curiosas. Sin embargo, otras son bastante más serias y creo que no podemos pasarlas por alto ni olvidarlas porque, en definitiva, quien las ha pronunciado debe asumir la responsabilidad de lo dicho. Por eso, y antes de que se olvide, tengo que confesar algo: soy malo. Sí, sí, malo. Pero malo malo. No son muchos mis pecados, pero el que llevo a cuestas es muy grave. Muy grave.
Confieso a sabiendas de que si la pena es tan grande como la falta, me temo que no tengo redención. Aunque me cueste mucho esfuerzo confesarlo y mientras trago saliva como prueba de mi aflicción, confieso: no estuve en la cena-homenaje-besamanos a Carrillo, perdón. La doctrina socialista, por boca del altísimo comisionado para la defensa de una asociación de las víctimas del terrorismo (sólo una, a los otros no les deben nada, claro) decreta que los ausentes al baile de los vampiros somos malos. En realidad, a mi no me invitaron, podría pensar uno. Pero no, la cosa o va por ahí. Se es malo por no ser del PSOE. O sea, se es malo por ser del PP, sin rodeos. Este Peces Barba no sabía yo que era de la secta maniquea, pero resulta que sí, ya ves. Me lo imagino con sus nietos: mira Pablito, el PSOE bueno, el PP malo, veneno. Y si además tienes un perro asesino de esos, además le puedes decir: “sultán ataca, ataca”. Pero qué va, si el altísimo no tiene un dogo argentino ni nada por el estilo, tiene un caniche. Muy mono, eso sí.
Lo que no tengo claro es si los malos son los miembros del PP o también los que les votan. Entiendo que tan malo es ser el maligno como apoyarle. Así que 9 millones y pico de españoles somos malos. Por eso somos el voto oculto, el voto de la vergüenza, los clandestinos. Y es lógico, porque la legitimidad de toda la vida la tienen los socialistas, dónde va a parar. Los que hemos votado al enemigo somos de la peor calaña, pertenecemos a la ultra derecha decrépita y fasciosa, tenemos la estampita de Franco en la mesilla de noche y la besamos después de rezar el rosario cada noche; vamos a la misa del Opus 2 veces al día; para nosotros todos los de izquierdas son unos infectos gusanos marxistas, leninistas y estalinistas del lumpen; estamos en contra del aborto, de la eutanasia, del bodorrio gay, de los que no tienen apellido compuesto, del sexo prematrimonial, y hasta del rock and roll. Somos lo peor. Ya lo dice el altísimo: somos malos. Por eso no quería dejar pasar un día más sin confesarlo. Ay, qué a gusto me quedado.
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